Y se pasa el tiempo con ese silencio extraño de ver cada día la ciudad iluminarse. Se pasan los días, quedándome ese sabor a que el tiempo se hace poco: despertar, trabajar, comer, trabajar, moverse de un lado a otro, dormir. Siempre hay un momento para abrazar, sonreír y besar, siempre hay un momento para ver que la vida es hermosa, pero de a poco caigo en cuenta de que la vida de adulto me obliga a dejar ciertas cosas de lado. Quiero dormir tranquilo sin la presión de que debo levantarme para ir a trabajar, quiero descansar sin saber que hay algo por hacer. ¡Quiero vacaciones lo antes posible! Y eso que falta tan poco, ya siento que estoy a punto de quedarme dormido.
Pese a la locura y el cansancio, me doy cuenta que otro domingo más ha pasado. Otro domingo desde que me acordaba que, el domingo anterior, el ruido de la ciudad me había recordado que ya era domingo. Así es, un punto de referencia.
1 comentario:
Y desde ese domingo en que partimos ya han pasado 11
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