Ya es claro que estoy considerablemente mejor que el año pasado. Al fin llegué a un lugar en donde puedo trabajar tranquilo, donde los alumnos respetan al profesor. No se trata del alumno ideal que cuestiona todo y discute con argumentos: en muchos casos se trata de estudiantes que aún necesitan tener un poco de reglas en sus vidas y hay que hacerlas cumplir, a veces, a la fuerza. Pero creo que esta situación no ha logrado desmotivarme y, al parecer, estoy empezando a tomarle el gusto a lo que hago.
Ya se inicia la segunda semana de clases y a la fecha ya he tenido varias situaciones que me han dejado con una sonrisa y una profunda sensación de alegría. La primera la comenté anteriormente respecto al regalo de una alumna, un gesto pequeño que te cambia el día, y hoy me tocó tener el segundo acontecimiento que me hizo salir con una sonrisa y con una sensación profunda de emoción. Tomando una idea de Evelyn, decidí que mis alumnos se dieran un tiempo para "armar su propia imagen", en el cual expresaran su visión actual de la propia identidad. Realmente, no me imaginé que la actividad iba a resultar tan bien y que los estudiantes acabarían agradeciéndome (incluso con un aplausos, increíble pero cierto) por haber realizado un ejercicio a través del cual pudiesen pensar. Todavía estoy impresionado del resultado y la tarea de ahora es mantener el nivel, continuar trabajando de la misma manera para despertar el interés de estos 16 alumnos del plan diferenciado.
Creo que las cosas están yendo de maravilla y quiero que todo continúe así. Me siento realmente satisfecho de estar trabajando en este lugar.
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