jueves, 28 de febrero de 2013

The call

Y sucedió: recibí la dichosa llamada que me tuvo con el colon en la mano y la ansiedad a punto de consumir más de algún refrigerador en su totalidad. ¿Habré acaso subido un poco de peso por aquel motivo? Lo que sí, me doy cuenta que uno de mis pantalones favoritos me empieza a quedar un poco más apretado que antes y eso es un poco extraño, quizás sea la plataforma vibratoria o qué sé yo. Sucedió lo que pensé que ya no ocurriría: recibo la llamada de la directora del colegio y me avisa que las horas son mías, que me presente mañana para definir el horario y todo lo demás. Quedé en shock: hacía poco ya estaba al borde de la depresión máxima al creer que la llamada no llegaría y ahora me avisaban de que sí, que mis planes estaban resultando.

La vida es extraña: las llamadas a veces tardan un poco, pero llegan. Ahora, a dar lo mejor de mí porque esto resulte. Increíblemente, estoy emocionado por esto y espero hacerlo bien. Pondré todo de mi parte para que así sea.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Waiting for tomorrow

They say everything's going to be ok,
and I'm afraid it isn't.
They try to lift me up and soon I fall again
cause I need some answers,
I need to see a clear future to go for it.

Tell me that all is going to be ok.
Tell me I just need to wait.
Tell me I'm the one that this life needed,
tell me there's hope to wait for tomorrow
when the things will start to be great.

I'm afraid.
I'm stuck on this moment
and I don't know where I am,
where to go, what to say.
I need some answers to help me out.


lunes, 25 de febrero de 2013

Postal de Lisboa

Las cosas eran tan simples en aquellas tiempos: salir a la calle y correr por la Avenida da Liberdade como un ser en absoluta libertad que buscaba un lugar en el cual sentarse a tomar un café para, a continuación, correr de regreso a la terraza a observar las luces que avanzaban desde el Tejo. Se perdía su mirada en esos barcos que avanzaban desde varias direcciones y soñaba con navegar en esas aguas en dirección al Atlántico: soñaba con ser un ave que volara de un lado a otro a la velocidad de un parpadeo. Las cosas eran tan simples: tomar un lápiz y una hoja para comenzar a escribir todas esas ideas que iban apareciendo ante su mirada.

Fantasmas, espíritus y una serie de espectros que bailaban frente a su terraza. Personajes salidos de cualquier novela de ciencia ficción que se iban de fiesta en el Bairro Alto. Besar a Blancanieve cada noche, luego de haber besado a Cenicienta y haberse acostado con la Bella Durmiente. Olvidarse por un momento del mundo y cruzar la ciudad en todas direcciones, como una de esas luces que se ven en las calles cuando observas la ciudad en cámara rápida. Ver la ciudad crecer, ver la ciudad dormir, ver la ciudad despertar, ver la ciudad que sonríe inocentemente cuando te tropiezas por haber caminado con descuido. Volver a correr en libertad por la Praça Dos Restauradores en busca de un lugar donde recostarse, simplemente, a observar las estrellas.

Sentir esa postal de Lisboa en la piel.


viernes, 22 de febrero de 2013

Febrero de verdad

Ya he escuchado a muchas personas que comentan lo raro que ha estado el tiempo últimamente: mucho calor en diciembre y enero completamente nublado, casi invernal con algunas lloviznas bastante extrañas para la época del año. Con asombro vi en la página Meteochile que ya había 2 mm de agua caída cuando lo normal a la fecha es menos de 1 y tuve la sensación alegre de que al fin tendremo un año lluvioso, con tormentas de esas que no hay como desde hace 10 años, en que eran 3 días de lluvia torrencial con olas enormes en la avenida Perú e incluso tormentas eléctricas. En el mejor de los casos, pudiese volver a ocurrir la situación del 2008 en que llegó a caer nieve en el sector de Placilla y granizos por todo el resto de la ciudad. Pero luego revisé la página anteriormente mencionada y un informe hablaba de que, al menos hasta abril, la lluvia estaría bajo lo normal. 

Y fue así que me fui acostumbrando a que los meses están cambiados: hace algunos días hablaba de que febrero estaba siendo muy caluroso, a diferencia de lo que estamos acostumbrados. Varios días de mucho calor en que en la zona costera se alcanzaban temperaturas cercanas a los 30º C, situación que se está haciendo común desde los años anteriores. ¿Dónde está ese febrero nublado en que incluso se percibía algo de llovizna? Pues, ¡aquí está! Hoy salgo de casa a eso de las 10 de la mañana con un short y polera, vestimenta muy veraniega ya que acá en Quilpué parece hace calor siempre: esto del microclima de la "Ciudad del Sol" hace que siempre lleguemos de vuelta a la civilización con ropa no adecuada al clima. Y ocurre que tengo la tincá (expresión chilena que significa algo así como "presentimiento") de que puede que en Valparaíso/Viña esté nublado, pero seguí adelante con la precaución de guardar una chaqueta cortavientos por si acaso. Como de costumbre, cerré los ojos para intentar dormir y seguí el viaje con audífonos hasta que, al llegar a 1 norte me encuentro con un cielo blanco. A veces hay bancos de niebla por sectores, pero después se puede pasar. Siguió el recorrido la micro hasta llegar a Plaza México y veo que la niebla cubre algunos edificios. Holy crap. Sigue hacia la avenida España y veo que los cerros de Valparaíso no se veían producto de la neblina. Bajé de la micro con mi vestimenta tan veraniega y veo gente un poco más abrigada: me sentí un bicho raro por un instante, puesto que esa situación no me ocurría desde hacía mucho tiempo. Un habitante quilpueíno que se encuentra con que el clima cambia en menos de 30 km de distancia.

¿Y dónde está ese febrero "normal"? Pues, he ahí.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Pensamientos de febrero

¿Por qué lo bueno dura poco? Son estos los momentos en que uno desearía que las cosas fuesen al revés: tres meses de trabajo y 9 de vacaciones para que todos pudiésemos ser felices. Pero no se puede, la realidades diferente y hay que entrar a darle movimiento al mundo, que si no todo se estanca y tampoco es la idea. No me puedo quejar de este verano porque ha sido bastante regalón conmigo y lo he pasado muy bien, solo que cuando estás ad portas de marzo ya te empieza a picar el sentido común de que todo lo bueno se va acabar y comienza a funcionar eso que se llama año laboral y todo lo demás. Aunque en mi caso no sé qué tanto: a la fecha, no he recibido llamadas de todos los currículum que he lanzado por doquier y es una situación que empieza a preocuparme un poco. Teorías tengo muchas y la principal, es algo que me he venido diciendo a mí mismo desde hace mucho tiempo: la vida me está diciendo que debo tomar otro rumbo, pero tampoco se trata de iniciar un nuevo camino de la nada. Tengo claro que elegí el área correcta porque la escritura y la lengua es lo que me ha gustado toda la vida, ahora no sé si el vehículo para ejercer ese gusto haya sido el correcto. Este es un tema de nunca acabar y siempre llego a lo mismo, así que no creo que haya que darle muchas más vueltas al asunto.

 Dormir, comer, nadar, soñar, regalonear, vivir, escribir, escuchar música, proyectar, viajar, tomar fotos. La vida es asombrosamente y grandiosa para permitir disfrutar el color de un atardecer, de una pintura o de un cuento escrito al azar durante 4 horas, más o menos, da igual. Ya estamos en la mitad final de febrero y no tengo ni la más mínima idea de qué va a suceder: ¿acaso recibiré una llamada? Tengo la confianza de que suceda algo que cambie las cosas para bien. Solo queda esperar y disfrutar el presente que queda.

domingo, 17 de febrero de 2013

Love and stuff

Siempre soñé con ese día de San Valentín: romanticón, melódico y abrazado. No sé si tan "abrazado": los casi 25ºC de Viña me tenían, más bien, abrasado, aunque no por eso menos enamorado y romanticón. Es impresionante ver cómo el comercio se aprovecha de este festejo y vende, vende, vende... vende cualquier cosa con tal de que las parejas asuman que la felicidad es la de regalarse un auto cero kilómetro. Creo que actos mucho más pequeños -y de menor valor económico- tienen mucha más significación: ahora, cuando te das cuenta de que casi todos los días del año son como San Valentín, entonces eres una persona muy afortunada. 
 
Ya lo sé: el festejo fue el jueves y no escribí hasta el día de hoy. La Ada dice que cuando un escritor no está escribiendo, está viviendo y es precisamente lo que me he tomado el tiempo de hacer: vivir. Sí, por eso parece que he escrito considerablemente menos que el año pasado y no estoy tan precupado, puesto que ha sido la instancia de desarrollar nuevas ideas que espero potenciar a lo largo del año.Volviendo al tema, San Valentín me trae sorpresas, como desde el año pasado en que al fin pude celebrarlo acompañado (el 2011 la compañía era distancia y no se pudo celebrar mucho) en que estuvimos a punto de coincidir en el mismo lugar del regalo: imprimir fotos en el mismo local con una diferencia de 10 minutos. Esta vez no hubo ese tipo de coincidencia y diría que lo planificamos bastante bien: Jardín Botánico en febrero es una zona muy calurosa, pero ideal para sentarse en el pasto a disfrutar de la sombra que proyectan sus árboles. Debo decir que es un lugar ideal para caminar descalzo siempre y cuando no haya abejas atacándote al sentir que comiste algo dulce. 

Llevamos muchas cosas para comer y quedamos con la mitad de la mercadería: el jugo que llevamos era muy poco, considerando el calor que nos dejó secos. Cerraron el kiosko temprano y la única opción era comprar una mineral de 500 cc a $1.000 en el sector del Canopy: definitely, don't. Creo que es una de las pocas veces en que no hemos querido llegar más allá de la laguna de los patos, precisamente por falta de agua y por cansancio. Creo que  lo que mejor describe esa salida es el tiempo de regaloneo, de estar uno junto a otro riéndonos de cualquier tontera, de ver pasar el tiempo juntos. Me agrado mucho este San Valentín, con sus sorpresas y sonrisas. 

Merece mención especial el regreso: todas las parejas que venían del Jardín Botánico estaban esperando la 203 para poder regresar en dirección a Viña. Fue divertido ver que se subía una mujer y le seguía un hombre que pagaba por los dos, manteniendo esta dinámica hasta que se llenó la micro: "La Micro del Amor" en San Valentín.

miércoles, 13 de febrero de 2013

De regreso a la lectura

Desgraciadamente, que una persona esté dentro del área de las letras no implica, necesariamente, la avidez por la lectura. En mi caso, al inicio de mi carrera, sí gustaba de leer y todo lo demás, solo que en el trayecto uno se va aburriendo de tanta lectura: clásicos diversos, contemporáneos, modernos, postmodernos y ya no sé qué más... al final a uno le meten tantas cosas en la cabeza que el colapso puede parecer normal. Es lamentable que, precisamente al finalizar mi carrera, me dé cuenta que estoy leyendo menos que nunca y que son pocos los libros que realmente captan mi atención. Son muchas las razones para excusarse: que los libros en Chile son muy caros, que no tengo tiempo, etc. Pero, al final, uno pierde la oportunidad de un pasatiempo que desarrolla la mente, la imaginación y... ¡la buena escritura! Cómo desearía que los wachiturros que andan rayando cosas en la calle leyeran, para que, por último, supieran escribir. 

Buenos Aires es La Meca para cualquier buen lector: seguramente, si hubiese estudiado en la capital argentina habría potenciado mi amor por las letras y el arte en general. Caminando por Corrientes, una de las avenidas principales, es fácil encontrarse con más de 2 librerías por cuadra donde los precios son bastante convenientes... en varias ocasiones reclamé mentalmente de la estupidez chilena de tener impuesto al libro, cuando en realidad debiesen aumentar los impuestos a los canales de televisión que muestran farándula que encoge cada vez más el cerebro de los televidentes. Prefiero impuesto al alcohol -aunque salga más caro y a la larga eso duela- que al libro, porque realmente se limita mucho el desarrollo del pensamiento. Al final, aprovechando la oportunidad, compré muchos libros a un precio que acá no creo que me alcanzara para comprar más que uno. Sin embargo, no se trata de tener una librería llena de libros nuevos y bonitos, porque tener un libro botado es como estancarse. Un libro es para leer.

Fue así como antes de ayer decidí que era el momento de sacar alguno de esos libros viajeros y comenzar a descubrir sus misterios: la elección fue "Sanaciones Milagrosas" de Fernando Bastierra. El título del libro me llamó la atención en relación a un interés personal en el tema místico-esotérico que se ha puesto en voga a raíz del fin del Calendario Maya del año 2012 y todo el cambio que eso implicaría para la humanidad. Confieso que pensé que se trataba de un manual de reiki y que me desilusioné un poco al ver que se trataba de historias de personas prodigiosas. Fui siguiendo la lectura y rápidamente ya había devorado las 50 primeras páginas, donde la historia del Padre Pío fue lo que más me llamó la atención. Creo que hacía mucho tiempo que un libro realmente me cautivaba. Lo último que me había interesado eran los libros de Julio Verne que, producto del cansancio del año 2012, no pude terminar luego de empezar y reempezar su lectura como 5 veces: ya será su momento, Verne es uno de esos maestros a los cuales no se puede despreciar. 

Y, tal como decía, pasé un buen rato en una tarde calurosa. Fue inevitable la reflexión: paso mucho tiempo frente al computador sin hacer nada, cuando en realidad podría estar viajando a través de las palabras. Para pensar: creo que es necesario apagar el comutador y leer más.

lunes, 11 de febrero de 2013

Febrero estival

Hace poco estaba recordando de lo mucho que nos quejábamos de que enero hubiese estado tan frío y nuboso, considerando que supone ser el mes más cálido del año o que, de acuerdo a nuestro conocimiento tradicional, es lo que "debiese ser"; sin embargo, hace ya varios años que esas suposiciones han estado en cuestionamiento, es cosa de recordar que el año pasado fue marzo cuando se registraron las temperaturas más cálidas no solo de ese verano sino que de varios años. Cambio climático, europeización del clima (extremos) o qué sé yo; solo recuerdo que estaba en Las Cruces con 22° C mientras en Valparaíso se cocinaban con 34º C. 

Pero todo ese verano perdido de enero parece regresar ahora en febrero, cuando tradicionalmente hablábamos de un mes nuboso que nos mostraba el fin de las vacaciones, para que el sol regresara la primera quincena de marzo justo cuando volvíamos a clases: uniformes con temperaturas sobre los 20º C. Llevamos ya 11 días de febrero y creo que todos los días he querido quedarme tan solo en traje de baño sobre mi cama, sin hacer nada: es que el calor, realmente, produce esa sensación de letargo que afecta hasta las neuronas. Hoy, por ejemplo, pretendía dedicar la tarde a escribir algún cuento siguiendo la racha creativa que he tenido durante estas últimas semanas, pero el calor pudo más y decidí quedarme frente al pc jugando Candy Crush: sí, mis neuronas no podían contra la calidez atmosférica, sumado a que esta ciudad no tiene influencia marítima como para contrarrestar la falta de aire. Y eso que ni siquiera he salido directamente al sol, de lo contrario, estaría rostizado.

Ahora me sorprendo al ver que parece nublarse y, según leía, existía anuncio de lluvia para mañana en Juan Fernández: tambien oí que la lluvia de Juan Fernández es la que luego llega al continente. ¿Qué pasará? Creo que lo mejor, por ahora, es apagar el pc para ver si disminuye en algo el calor de mi pieza. Tengo varios libros que compré en Buenos Aires y ya está bueno que les dé una leída.

sábado, 9 de febrero de 2013

viernes, 8 de febrero de 2013

Sonrisa

Al parecer, en mi familia aún no se han dado cuenta de muchas cosas. Para mí resulta evidente que el año pasado me dejó con un sabor amargo,  según ellos fue un año genial y que yo soy un mal agradecido. No sé, quizás se sienten con la capacidad de ponerse en mis pies y ver todo desde fuera cuando en realidad no han vivido mis experiencias. Y es así como hoy ha sido uno de esos días en que me han dejado más que saturado de los mismos comentarios de siempre respecto a mis expectativas económicas en relación a lo laboral: ¿no sería lógico que en vez de tirarte para abajo intentaran darte ánimo y motivarte? Resulta que esa lógica no resulta en mi familia si estudiaste algo que no sea socialmente rentable: estudiar pedagogía me condena a la completa pobreza y lástima del entorno, de acuerdo a su pensamiento. Claro está, es el pensamiento que tiene la sociedad y que, en gran medida, yo también tengo respecto a la profesión. Por algo no me proyecto haciendo esto por el resto de mi vida.

Y este aburrimiento que tengo a escuchar lo mismo a veces me lleva a reaccionar un poco alterado y me enojo con facilidad, aunque lo que en realidad estoy escondiendo es una sensación de pena y angustia. Sí, casi como el adolescente que quiere aprobación por parte de su entorno y busca acciones para obtener una respuesta afirmativa: ya estoy harto grande para actuar así, pero mi ambiente familiar me está llevando a sentirme tan anímica y laboralmente mal que es inevitable reaccionar así. Lo único que han logrado es que me encierre cada vez más y, con el paso del tiempo, saben menos de lo que me pasa. No sé si realmente les preocupa: creo que trato de pasar lo más desapercibido posible y quizás sea ese el motivo de que piensen que las cosas no me cuestan, que no tengo problemas y que el tiempo me sobra. Aburre que te tengan "pa'l webeo" (en buen chileno) y que se enojen cuando pones orden. Hoy me hicieron sentir realmente angustiado y cabe considerar que no me sentía así de bajoneado desde el año pasado.

Hacía algún tiempo que llevaba incubando diversas ideas para escribir nuevos cuentos y una de estas ideas era un contexto completamente depresivo y oscuro. Tenía un profundo temor a que la escritura de dicho cuento me dejara el ánimo por el suelo, por lo tanto hice lo posible por aplazar la acción hasta que sucedió este acontecimiento que relato. De todas las cosas malas se puede sacar algo bueno y de este episodio depresivo real, acabé escribiendo "Sonrisa" -título de esta entrada-, tomando al fin la idea y desarrollándola con las sensaciones frescas de cómo me sentía en ese momento. Al contrario de lo que pensé que ocurriría, desarrollar la idea no hizo más que levantarme el ánimo y liberar mi angustia: la escritura ha vuelto a ser mi terapia anímica. Asimismo, volví a respirar satisfacción con la "sensación de cuento terminado", sentimiento que no había tenido en los escritos más recientes. 

No quiero dar más detalles, solo dejar constancia de qué me motivó a escribir el cuento, ya que muchas veces leo las historias y no me acuerdo cuáles fueron sus motivaciones. Recordarlo, aunque sea, como anécdota.

jueves, 7 de febrero de 2013

Adiós, Entrevalles

Cuando en diciembre me llamaron para avisarme de mi finiquito, sonreí: sería justo el día de mi cumpleaños y tendría algo de dinero para celebrar. Sin embargo, luego me daría cuenta de la poca empatía del empleador al citarnos a una hora y atendernos casi 2 horas después, como si nada, para luego perder tanto tiempo que el cheque no alcanzó a ser cobrado ese día y corría el riesgo de perder mi cumpleaños en eso. Recuerdo mi molestia al darme cuenta que casi arruinaron mi cumple, como si no hubiese sido suficiente con haberme atacado la psiquis durante todo el segundo semestre. Pasó el tiempo y el anuncio de un bono de vacaciones me dejó obligadamente atado a esta institución de calidad dudosa, al menos hasta que dicho monto fuese pagado: llegó enero y mi felicidad al subirme un avión rumbo a Buenos Aires coincidía con la fecha en que, supuestamente, llegaría la cifra. La llamada nunca llegó, hasta que yo mismo la efectué a mi regreso para enterarme de que aún no sucedía nada. 

De ese colegio, debo destacar la amabilidad y simpatía de la secretaria, María Eugenia, que siempre estuvo dispuesta a ayudar. Creo que es de las pocas personas que puedo destacar de aquel lugar viciado por la mediocridad y la falsedad, en donde el mayor exponente de dichas características no es nada menos que el mismísimo señor Pastine que con suerte te saluda. No por nada se nota su aspecto de viejo rancio y olvidado, sabiendo que su reputación va por el suelo: un jefe de UTP capaz de solucionar todo, según él, cuando en realidad está en ese establecimiento porque su capacidad profesional es limitada y bastante pobre. Esos eran mis recuerdos al momento en que a las 08.15 de esta mañana suena mi celular para avisarme de que ya ha llegado la nómina para que pueda ir a firmar y, de esta forma, proceder a la transferencia del monto. Me di vueltas un instante hasta que partí a la "Gran Villa Alemana" con su calor extraño que me agobiaba al salir de la estación del Merval.

Reencontrarme con la Villa Alemana laboral fue algo extraño: volver a cruzar las mismas calles verdes de árboles y de casas geniales fue una experiencia que me despertó mucha nostalgia, debo reconocerlo. Si bien, finales del 2012 no se pueden catalogar como mis mejores tiempos, pero al fin y al cabo una acaba tomándole cariño a los lugares por donde transito... o al menos eso me pasa mí. Subí por calle Latorre hacia el cerro... y esto sí que está lejos: me pareció una eternidad hacer este camino que antes solía hacer en algo así como 12 minutos, cuando aún había niebla en la mañana y hasta llovía de vez en cuando. Los lugares estaban peligrosamente iguales, con un tono más estival, pero me producían la misma sensación de incertidumbre de antaño en que, claramente, me dirigía al matadero. Traté de no recordar los malos ratos, sino que volver a soñar con esa ansiedad amigable de algunos buenos días, hasta llegar a la calle Progreso y encontrarme frente al Centro de Eventos "Entrevalles", uno de esos hitos del camino que marcan que ya estás llegando (realmente es lejos). Al llegar al hall, me encontré con María Eugenia, quien me saludó con su simpatía de siempre, entregándome la nómina para firmar. Conversamos por algunos instantes, cuando yo ya sabía que no había ninguna de las personas ineptas que hicieron tan detestable mi permanencia en aquel lugar. Me retiré del lugar con la conciencia de que, de no ser por motivos de fuerza mayor, es la última vez que tendría que ir a ver aquel lugar.

Pasó la tarde y a eso de las 4 de la tarde, mi ex empleador ya había realizado la transferencia, por lo que pude respirar con tranquilidad: lamentablemente, me han dado demasiadas razones para tenerles mucha desconfianza. Puedo decir que, oficialmente, esta es mi despedida al Colegio Entrevalles en el cual, de una u otra forma, aprendí muchas cosas: cómo incubar una gastritis, cómo sentir tu autoestima profesional por el suelo, cómo los alumnos siempre tienen la razón, cómo los directivos sacan la vuelta y cuya capacidad de no ponerse de acuerdo tiene a un colegio en un rendimiento pésimo, cómo tu labor pasa a tener cero valor. Lo positivo del asunto fue ver una realidad completamente diferente a la cual estoy acostumbrado y quizás sea ese el motivo de este golpe que bien podría ser un shock cultural: es lamentable pensar que las expectativas de esos alumnos no son las mejores porque el medio en el cual se han criado los lleva a estancarse, por más que tú intentes decirles que existe un mundo lleno de oportunidades que pueden tomar. La ausencia de un modelo paternal confiable es lo que hace falta a la sociedad actual, un modelo afectivo capaz de poner reglas: educar, a veces, implica pequeñas sanciones que, a la larga, te van formando. No hablo de castigos de golpes ni nada de eso, pero sí de reprimendas y llamados de atención que le vienen bien a cualquier persona (incluso a un adulto que se cree sabelotodo). 

Puedo decir adiós a los malos tiempos y saludo con fe un futuro auspicioso, sonriente, con muchos proyectos por cumplir. Pondré mi energía en que así sea. Adiós, Entrevalles.

martes, 5 de febrero de 2013

Escritura incompleta

Como cuando el agua se corta por una noche
y al amanecer vuelves a abrir la llave:
no fluye, es lenta, sucia, contaminada...
es inminente una purificación.

Como cuando algo te hace falta,
cuando el abrazo no fue sincero,
cuando la sonrisa fue falsa,
cuando el regalo no te sorprendió.

Como un edificio que sabes que caerá en el próximo terremoto,
como el abrigo que no te cobija del frío,
como el paraguas que se filtra,
como los zapatos que se humedecen.

Algo incompleto, algo que no está acabado.
Esa es la sensación cuando aquello que escribes
no te ha dejado satisfecho.

lunes, 4 de febrero de 2013

La espera

Cuando el atardecer dejaba entrever los últimos rayos de luz perdidos en el cielo, su silueta avanzaba hacia las olas. Trató de seguir sus pasos, pero la persecución era difícil: nunca podría vencer la rapidez de una criatura nacida en el mar. Vio cómo su silueta desaparecía en las aguas oscuras y tibias de ese mediterráneo de antaño, de ensueño, como si fuese uno de los recuerdos más preciados de alguna de sus vidas. Bajo las estrellas de un cielo cálido primaveral, se acomodó en el suelo apoyando las manos en la arena. Eran las 10 de la noche y el traje de baño era una vestimenta que sería lo suficientemente cómoda para permanecer en la espera.

domingo, 3 de febrero de 2013

¿Quién eres tú?


- ¿Quién eres tú?

La pregunta podría resultar un tanto extraña en un ambiente donde todo parecía estar sumido en el extrañamiento. Todo tan perfecto, tan cuidado, tan sublime. ¿Quién eras tú dentro de una realidad que parecía ser parte del mundo onírico? Caminaba tras las sombras que se escondían en las esquinas, caminaba tras las miradas que se detenían a tomar un café mientras susurraba canciones de antaño cuyas letras no conocía completamente. ¿Quién era?

¿Cuánto tiempo tardaría en tener una respuesta?

Fotografía: Avenida de Mayo, Buenos Aires, C.A.B.A, Argentina.

sábado, 2 de febrero de 2013