Por estos días en que no tengo otra opción que quedarme en mi casa leyendo miles de textos, escribiendo o escuchando las noticias que las mentes parciales me comentan a través del aparato del cual quisiéramos prescindir. Y como me las he dado de periodista, reportero, ocioso, opinólogo o cualquier individuo pensante que siente que puede comentar las cosas desde su punto de vista es que ahora me he puesto a comentar los temas de actualidad que más me han llamado la atención: todo a raíz de las discusiones que a diario nos mueven de un lado a otro, las que muestran –no me canso de reiteras que son parciales y de acuerdo al lineamiento ideológico de uno u otro canal- día a día en los noticieros.
Anoche me quedó dando vueltas el tema de la “Píldora del día después” que ha causado tanto revuelo desde que tengo conocimiento de que existía. No entiendo muy bien cuál es el embrollo de este medicamento que, a mí parecer, es abortivo y que tan de moda se estaba poniendo en el último tiempo. Ahora sucede que un nuevo fallo prohíbe su entrega en el sistema público, dejándola a libre albedrío de las farmacias en las cuales se puede seguir adquiriendo. Entonces comenzó el juego de tenis entre las autoridades: tirándose la pelota de un lado a otro de quién debiese ser el organismo encargado de entregarlas. ¿La municipalidad? Fue la solución planteada por la ministra, quien olvidó que el fallo señalaba otra cosa. Y es algo a lo que ya me he acostumbrado, que todas las autoridades hagan un lindo juego de tenis con todo; intentando limpiarse las manos, ensuciando al otro, ensuciándose de a paso a sí mismo y luego diciendo que no tienen la culpa de nada… “que se comete una injusticia contra mi persona” y que las siguientes generaciones lo verán, blah blah blah.
Ahora, el otro de los temas controversiales sería el uso o no uso de este fármaco (Postinor 2). Surgieron dos visiones antagónicas del fallo: una, tal vez la más conservadora, que agradece la victoria de la vida por sobre la muerte, que propicia el derecho a la vida; la otra, bastante más liberal, que rechaza absolutamente el fallo argumentando que es un derecho de la mujer el poder acceder a este medicamento. Y así surgieron marchas en todo Chile apoyando o criticando el fallo. En estos momentos siquiera yo he definido mi real postura ante la situación, puesto que creo considerarme defensor de la vida y opositor al aborto; no obstante, como dicen algunas personas, es a fin de cuentas la mujer la que debiese tomar la decisión por lo que hace o no hace con su cuerpo (después de todo, el nuevo ser humano está en el interior de ella, autónoma o dependientemente de su organismo). U otra de las cosas que me cuestiono en mi defensa a la vida es el caso de una violación o de familias que realmente no asegurarían un bienestar a ese hijo que viene en camino, un hijo no deseado con el consecuente estigma que pesaría sobre su imagen: en este caso se vuelcan en mi cabeza las dos posiciones y aún no he sabido por cual optar. Podría decir que sería lo mejor no traerlo al mundo, no obstante, de traerlo, existen opciones para defender su vida (adopción, etc). Difícil decisión.
No obstante, como señalaba uno de los abogados defensores del fallo, ¿no sería mejor proceder por una mejor educación sexual en las personas? Incrementar las charlas de métodos anticonceptivos y asegurar una conducta sexual responsable. Ya no estamos en la época en que el sexo es sólo para reproducirse o que es una actividad exclusiva del matrimonio: poco a poco se rompe la tradición de llegar virgen al matrimonio, así como el acto de empieza a considerar como algo sumamente natural: el ser humano siempre va en búsqueda del placer. Y en la actualidad es común la promiscuidad y el “si te he visto no me acuerdo”, pero si después se hallan con alguna sorpresa media extraña comienzan los problemas. En lo personal, he escuchado hasta el cansancio muchos métodos anticonceptivos que no son de difícil acceso (conocer el tema es un deber tanto del hombre como de la mujer: la concepción no se hace por “obra del Espíritu Santo”). Me pregunto por qué la gente no prefiera darse el trabajo de usarlos (algunos no son tan complicados) y ahorrarse los posteriores problemas. Creo más útil evitar concebir vida antes que eliminar el problema que ya está hecho.
De momento, seguir viendo como se lanza la pelota de un lado a otro y la gente defiende sus posturas. Tampoco se pueda echar toda la culpa al gobierno, pues he visto campañas de prevención y de control de natalidad: el problema es que la gente no hace uso de ellas por diversos motivos. Tal vez agudizar las campañas, invertir más en publicidad al respecto, entregar más y mejores preservativos; en fin, educar mejor a la población al respecto, porque veo que todavía hay mucho desconocimiento de las responsabilidades que implica ser animales pensantes.
Anoche me quedó dando vueltas el tema de la “Píldora del día después” que ha causado tanto revuelo desde que tengo conocimiento de que existía. No entiendo muy bien cuál es el embrollo de este medicamento que, a mí parecer, es abortivo y que tan de moda se estaba poniendo en el último tiempo. Ahora sucede que un nuevo fallo prohíbe su entrega en el sistema público, dejándola a libre albedrío de las farmacias en las cuales se puede seguir adquiriendo. Entonces comenzó el juego de tenis entre las autoridades: tirándose la pelota de un lado a otro de quién debiese ser el organismo encargado de entregarlas. ¿La municipalidad? Fue la solución planteada por la ministra, quien olvidó que el fallo señalaba otra cosa. Y es algo a lo que ya me he acostumbrado, que todas las autoridades hagan un lindo juego de tenis con todo; intentando limpiarse las manos, ensuciando al otro, ensuciándose de a paso a sí mismo y luego diciendo que no tienen la culpa de nada… “que se comete una injusticia contra mi persona” y que las siguientes generaciones lo verán, blah blah blah.
Ahora, el otro de los temas controversiales sería el uso o no uso de este fármaco (Postinor 2). Surgieron dos visiones antagónicas del fallo: una, tal vez la más conservadora, que agradece la victoria de la vida por sobre la muerte, que propicia el derecho a la vida; la otra, bastante más liberal, que rechaza absolutamente el fallo argumentando que es un derecho de la mujer el poder acceder a este medicamento. Y así surgieron marchas en todo Chile apoyando o criticando el fallo. En estos momentos siquiera yo he definido mi real postura ante la situación, puesto que creo considerarme defensor de la vida y opositor al aborto; no obstante, como dicen algunas personas, es a fin de cuentas la mujer la que debiese tomar la decisión por lo que hace o no hace con su cuerpo (después de todo, el nuevo ser humano está en el interior de ella, autónoma o dependientemente de su organismo). U otra de las cosas que me cuestiono en mi defensa a la vida es el caso de una violación o de familias que realmente no asegurarían un bienestar a ese hijo que viene en camino, un hijo no deseado con el consecuente estigma que pesaría sobre su imagen: en este caso se vuelcan en mi cabeza las dos posiciones y aún no he sabido por cual optar. Podría decir que sería lo mejor no traerlo al mundo, no obstante, de traerlo, existen opciones para defender su vida (adopción, etc). Difícil decisión.
No obstante, como señalaba uno de los abogados defensores del fallo, ¿no sería mejor proceder por una mejor educación sexual en las personas? Incrementar las charlas de métodos anticonceptivos y asegurar una conducta sexual responsable. Ya no estamos en la época en que el sexo es sólo para reproducirse o que es una actividad exclusiva del matrimonio: poco a poco se rompe la tradición de llegar virgen al matrimonio, así como el acto de empieza a considerar como algo sumamente natural: el ser humano siempre va en búsqueda del placer. Y en la actualidad es común la promiscuidad y el “si te he visto no me acuerdo”, pero si después se hallan con alguna sorpresa media extraña comienzan los problemas. En lo personal, he escuchado hasta el cansancio muchos métodos anticonceptivos que no son de difícil acceso (conocer el tema es un deber tanto del hombre como de la mujer: la concepción no se hace por “obra del Espíritu Santo”). Me pregunto por qué la gente no prefiera darse el trabajo de usarlos (algunos no son tan complicados) y ahorrarse los posteriores problemas. Creo más útil evitar concebir vida antes que eliminar el problema que ya está hecho.
De momento, seguir viendo como se lanza la pelota de un lado a otro y la gente defiende sus posturas. Tampoco se pueda echar toda la culpa al gobierno, pues he visto campañas de prevención y de control de natalidad: el problema es que la gente no hace uso de ellas por diversos motivos. Tal vez agudizar las campañas, invertir más en publicidad al respecto, entregar más y mejores preservativos; en fin, educar mejor a la población al respecto, porque veo que todavía hay mucho desconocimiento de las responsabilidades que implica ser animales pensantes.
.
Last Flowers - Radiohead
Saludos!
.
.
kinkan ®
No hay comentarios.:
Publicar un comentario