martes, 22 de abril de 2014

Recorrer la mañana

Me gusta recorrer la mañana. A veces estamos tan automatizados a salir de la casa al trabajo que no nos damos el tiempo de disfrutar detalles tan mínimos como la enigmática bruma que cubre nuestro camino y que, seguramente, nos hará pensar en una que otra historia. El mundo, en sí mismo, tiene tantos lenguajes que con un poco de atención podemos interpretar: tantos mensajes, tantas señales, tantas imágenes en movimiento. 

Hoy pude cambiar mi rutina de día martes pidiendo permiso por unas horas para realizar un trámite relacionado con cosas que me gustan. No es que no le dé importancia al trabajo, solo que le asigno el valor que tiene y le corresponde. He hecho lo posible porque no se transforme en mi vida y espero que así se mantenga, por lo tanto, hacer algún cambio de vez en cuando no le viene mal a cualquiera. A las 8 de la mañana tomaba el metro en dirección a la costa, para recordar viejos momentos. Al salir del túnel en la estación Recreo, sonreí con mucha alegría al ver el mar cubierto de niebla. Hacía frío, pero ese frío húmedo que es tan agradable y dulce. Las épocas de frío me resultan extrañamente inspiradoras, me dan ganas de observar y ponerme a crear historias. 

Recorrí la mañana desde el cerro al plan. Recorrí la mañana entre edificios antiguos y otros un poco más modernos. Recorrí callejones y tomé fotos. Recorrí la vida que está fuera del trabajo para regresar, en mitad de la jornada, a continuar con la misma normalidad cotidiana, pero con la certeza de que la vida siempre tiene cosas interesantes a las cuales prestar atención. Y, claramente, cada vez que me 'escapo', me doy cuenta de que es necesario y que debo buscar la instancia de hacerlo una vez más.

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