Puede sonar super lamentable que una persona empiece a sentirse frustrada de su profesión cuando apenas lleva tres años en el sistema y es lógico que exista una serie de comentarios que te critiquen por señalarlo de esa forma. Todos podrían amontonarse para decirte que no te puedes rendir, que es muy pronto, que no entienden tus motivos y un largo etcétera, sin embargo, las personas involucradas en el medio quizás puedan entender en parte tu sensación. Hoy tuve uno de esos días de furia que hacía tiempo que no tenía y, lo peor, es que parecía como si hubiese comenzado en esa dirección, como si esa hubiese sido la finalidad y el destino de la jornada.
Normalmente, suelen darme bajones de ánimo luego de descansos prolongados y creo que es hasta entendible. Sin embargo, desde anoche ya me sentía extraño al darme cuenta de que las noches de domingo no me gustan porque es el inicio de la semana y todo lo que ello implica. Gritar, gritar y luchar por mantener el orden. ¿Hasta qué punto esta situación es digna? ¿En qué punto pasamos a hacer de esta práctica una situación completamente denigrante en que tu trabajo pasa a ser pisoteada? He luchado no sé cuánto tiempo por intentar quitarme esa sensación, por despersonalizar -que no es nada contra mí-, pero todavía me cuesta. Hoy tuve uno de esos momentos, en que te das cuenta de que cuentas los minutos para que se acabe la hora y que todo el mundo se vaya. ¿Cómo controlar eso? ¿Cómo lograr cosas? A veces me parece una utopía.
Creo que me bajonié lo suficiente como para que se notara: mi silencio no es algo común, al parecer. Sin embargo, siempre aparece una pequeña luz en medio de la tormenta, para hacerte recordar que hay algo bueno por lo cual agradecer. Y aunque hay sido un detalle muy ínfimo que queda solo al nivel de posibilidad, fue suficiente para inyectarme de energía y volver a sonreír. Después de todo, esto de los días de furia parece ser parte de. Aunque, de todas formas, no tengo por qué aceptarlo por siempre.
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