Sé que no soy un adolescente y que desde hace ya un tiempo que puedo estar considerado dentro del segmento de adulto joven o algo por el estilo. Sé que eso está relacionado con la cantidad de obligaciones, de responsabilidades y de acciones que tienes toda la capacidad de resolver. Sé que a estas alturas debiese tener un poco más de claridad respecto a mi vida y, lentamente, dejar de tener tantos cuestionamientos respecto a qué hacer o no hacer, avanzar hacia tener una moral de carácter más autónomo porque cuento con las herramientas para decidir "correctamente". Sin embargo, me siento de pronto y me doy cuenta de que, en parte, sigo siendo este niño mental que no ha evolucionado y que sigue viendo el mundo con el mismo temor de siempre, con la misma nostalgia, con las mismas dudas... la inquietud es una sensación agradable en muchos casos, pero en otras ocasiones ya es algo nefasto.
Ya no es el momento de crisis existenciales cuando cruzas la mitad de tus veintisiempre. No es momento de seguir mirando atrás y cuestionarte lo que hiciste y lo que no hiciste, cuando sabes que ya no es mucho más lo que puedes hacer al respecto. El presente es consecuencia del pasado y tampoco me puedo quejar porque me siento bastante cómodo en general, aunque algo todavía falta. Estar en ese punto medio de la nada en que no sabes hacia dónde seguir y tratas de pensar en vías alternativas, pero realmente tus neuronas no son capaces de interactuar de la manera precisa para llegar a una conclusión.
¿Cuáles podrían ser esas vías alternativas? Eso es materia de reflexión y razonamiento... ya llegará la respuesta, siempre en el momento preciso, como ha sucedido en tantas otras ocasiones en el último tiempo.
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