Creo que debiésemos tomar apuntes de todos esos sueños raros que nos despiertan en mitad de la noche... o a mediodía cuando estamos en verano sin nada más por hacer. A veces me despierto por el calor o por estar durmiendo en una posición incorrecta que me dificulta respirar: eso de apretarse el pecho, apretarse un brazo o qué sé yo. También creo que influye el lugar y la ansiedad: desde ayer que me desalojaron de mi pieza y dicha situación se mantendrá por dos semanas: ansiedad. Sí, me cuesta demasiado aceptar que me cambien el orden, quizás soy un poco asperger. En fin, hacía tiempo que no tenía un sueño digno de contar y aquí va mi experiencia onírica más reciente. ¿Acaso será posible que esté vislumbrando el fin del mundo en clave surrealista? Juzgue usted.
En el primero de mis sueños -sí, dicen que son muchos los sueños que tenemos en una noche, pero nos acordamos de dos o tres- estaba en una entrevista de trabajo con la ansiedad correspondiente. Una mujer con cara de no-simpática tenía mi curriculum vitae en la mano y pretendía escudriñar mis habilidades laborales con una negativa inminente: esa gente que parte con un NO rotundo. Mi tarea era convencerla, pese a que ella me hablaba de que existían diferentes tipos de humanistas y que yo no era de ese tipo y blah, blah, blah. Al final, tuve que sacar todo mi potencial argumentativo para intentar convencerla, puesto que la dama en cuestión sí estaba dispuesta a darme la oportunidad de hablar. Creo que lo hice bien, porque se fue diciéndome que "me llamaba", pero con aspecto de que no era solo de palabra. Inmediatamente lo asocié a un plan que tengo, aunque resulta un poco complejo. Demasiadas cosas por ordenar, tanto como mi cabeza: definitivamente, debe ser el temor a estar desempleado y con un campo laboral limitado a algo que me hace sentir mediocre. Sí, es necesario cambiar el switch de una vez. Denme tiempo.
El segundo de mis sueños raya en lo freak, ya que veo peces dentro de la televisión: los peces tenían forma de trole. Sí, de los pintorescos troles porteños que navegaban por las profundidades del mar. Weird, so weird. Resulta que empiezo a sumergirme en un Valparaíso que, al parecer, está bajo las aguas, pero con gente que vive su vida con normalidad. Camino por la Avenida Argentina "inundada" y con oxígeno, en donde extiendo los brazos y me elevo, obviamente, porque es agua y puedo nadar. ¿Acaso estoy volviendo a los orígenes del ser humano: el agua? O bien, me hace falta volver a nadar.
La única conclusión que me viene a la cabeza es que, al parecer, me hace falta dormir un poquito más.
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