No podía empezar el año sin tener mis primeras impresiones de lo que veo respecto a este nuevo camino que comienza. No se trata de dármelas de místico, de Yolanda Sultana ni de Zulma, mucho menos dármelas de Doctora Cordero para entregar licencias falsas. Solo quiero comentar mis reflexiones respecto a este 2013 que ya ha comenzado y ha llegado con nuevas aventuras y propuestas, está en nosotros mismos ver cómo aceptamos estos nuevos desafíos para nuestro aprendizaje y crecimiento espiritual.
Sucede que el año 2012 estuvo marcado por la dificultad y el rigor de algunas situaciones que nos pusieron al límite: una serie de cataclismos a nivel mundial, inclemencias del tiempo que, de una u otra forma, son la manifestación de que la Tierra está en un proceso de cambio cuyas consecuencias comenzarán a notarse con el paso del tiempo. Y estos cambios energéticos también se traducen en las reacciones de la gente: una vida acelerada que a veces no nos da tiempo a tomarnos ni un respiro, proyectos en los que pusimos mucho empeño y que no resultan como queremos, gente que pensamos que estaría de nuestro lado y que nos dio la espalda en el momento preciso y, en conclusión, acabar en lugares donde nuestras habilidades se desarrollando al mínimo y lo único que logramos es sentirnos absolutamente disminuidos. Tantas cosas que se convierten en un enorme revoltijo de pensamientos y emociones que a veces nos hacen descontrolarnos no solo a nivel mental sino que también a nivel físico: estrés, cansancio extremo, etc.
El 2013, desde un principio, no parece ser un año que prometa el cambio mundial: no se trata que de un año para otro nuestras finanzas van a mejorar en un 500% y que nuestra vida acabará dando un vuelco radical hacia eso que siempre soñamos: quizás sí, pero no es la primera impresión que me da. Tengo la sensación de que el 2013 cargará con algunos nudos del año anterior: tendrá la finalidad de cubrir todos esos espacios -que son varios- dejados por el temible y agotador 2012. Sin embargo, el hecho de que cargue con cosas del año anterior no implica que va a ser una época más tensa, sino que siento que puede ser la instancia de superar las malas experiencias desde una óptica diferente, un poco más relajada, donde es necesario que esa nueva energía y relajo pase por nosotros mismos también. Si el 2012 fue un año de cambios y de adquisición de experiencia, el 2013 es el año de aplicación de todos esos conocimientos.
¿Qué es lo que trae? Aplicación de conocimientos, se establecen las cosas que quedaron endebles, se solidifican muchas estructuras y aparece las certezas que en el 2012 no encontramos. Insisto en que no es un año que prometa demasiado, pero hay que saber ser agradecido de las cosas buenas que trae, porque es seguro que las va a traer. No se trata de contarlas ni de buscar que tenga 2, 3 o 100 cosas buenas: si trae solo una cosa buena hay que disfrutarla como si fuese 1.000.000.
¿Qué necesitamos? Paciencia, no desesperarnos, aprender a disfrutar lo simple, darnos tiempo de mirar las estrellas y los bellos atardeceres que nos deleitan cada día. Observar las nubes que se posan en el cielo, salir a caminar, pasar más tiempo en la naturaleza, beber más agua, reír, estar en contacto con nuestra gente (familiares y amigos), cuidar nuestro cuerpo y cultivarlo ya que es la casa del alma.
El 2013 puede ser un año grandioso, pero es muy importante tener la disposición a que el éxito y luz llegue a nuestro camino. Todo es un proceso y las cosas no suceden de un día para otro: es necesario trabajar, ponerse metas y ver que estas se van logrando cuando corresponde. Todo a su tiempo.
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