Y una vez más recaigo en los que se han convertido mis tópicos favoritos: describir la literatura y la genialidad de su creación. Todo a raíz de los múltiples estudios que he tenido que hacer, gustosamente, en el último tiempo. Pese a que hay momentos en que hallarme frente a este término con tanta frecuencia me pueda producir un agotamiento, ese agotamiento es bello (al estilo de Cortázar con “esa muerte es bella” en un capítulo de Rayuela, bastante hermoso por lo de más). Recuerdo el segundo día de clases del primer semestre de mi carrera, el año pasado, cuando el profesor nos señaló los múltiples problemas del concepto “literatura” que hasta el día de hoy parece no solucionarse por completo. Son 3 las visiones que ha mantenido el término:
1. Todo lo que está en letra de molde.
2. Obras notables por su forma o expresión literaria
3. Refiriéndose a la literatura imaginativa.
Y he aquí donde surge una molestia más o menos conceptual (algunos llamarían una “molestia intelectual” de mi parte), en que se considere, según algunos textos, literatura como todo lo que está escrito. Hace poco tuve que traducir un paper, por encargo de mi hermana mayor, en el que se hablaba de un tema de la medicina veterinaria en la cual constantemente se aludía a otros autores para fundamentar una u otra postura en base al tema. Mi molestia surge cuando, entre ellos, hablan de que “la literatura médica” señala… “la literatura médica” nos refiere… etc. No es mi intención menospreciar la importancia que la medicina y la ciencia tienen en el desarrollo de las civilizaciones, no obstante creo que los textos científicos distan mucho de ser literatura desde mi concepción. Todo porque creo que la literatura, como el arte realizado a través de las palabras, destaca por su valor de presentarnos mundos nuevos y, muchas veces, distintos absolutamente de la realidad… la creación de una historia que pese a ser realista, es ficticia, puesto que no sale de los márgenes de la página en que ha sido escrito. A mí parecer, al referirnos al corpus de textos relacionados de una ciencia, debiésemos referirnos más a “bibliografía” o cualquier otro término que sintetice mejor la finalidad que presta, pero equipararlo al carácter creativo de la literatura me parece un poco errado. A no ser que nos estemos refiriendo a las creaciones literarias realizadas por médicos, o bien, historias de casos médicos. Otra de las características por las cuales difiero del término, es porque un texto científico nace con la finalidad de dar cuenta y establecer una regularidad en la naturaleza (los virus se adquieren de una forma y pueden causar determinados trastornos, etc), pero una obra literaria no intenta explicar la realidad, sino que muchas veces busca transgredirla.
Y las otras 2 definiciones suenan tan perfectas y a tono con mi perspectiva. Pero me gusta quedarme más con la de la literatura imaginativa más que con las “grandes obras”, puesto que durante mucho tiempo sólo se ha dado énfasis a estas grandes creaciones dejando de lado las emergentes… algo así como pensar que después de Shakespeare la creación literaria se estancó y todo el resto de escritores escriben puerilidades. Definitivamente, ese pensamiento extremadamente conservador es el que ha dejado de lado, en su tiempo, a grandes innovadores como Huidobro, por mencionar a alguien. Además, que todas estas clasificaciones son producto del sesgo de quién las clasificó de acuerdo a su pensamiento; lo que no es negativo si se tiene en cuenta que buscaban establecerlos en base a alguna función determinada (al parecer, Halliday tuvo más de una vida de ideas interesantes). Creo que este desacuerdo mío puede ser en parte por mi búsqueda de romper las reglas establecidas en literatura, “cuánto más extraño e inclasificable sea un escrito, mejor”, lo que es altamente susceptible de no ser fácilmente digerido y, por consecuencia, aceptado. Claro que estoy lejos de llegar a ser un “rupturista”, pero es una buena meta a seguir.
La literatura es imaginación, es creación, es un nuevo mundo nacido de la mano de un autor sensible ante la realidad que lo rodea y que le aporta distintos pensamientos que no deben ser olvidados por la fragilidad de la mente y necesitan quedar plasmados en un papel (o, en realidad, donde sea). La literatura es un mundo ficticio dentro de uno real, o uno real dentro de uno ficticio. Son tantas y tantas las nuevas historias que dan vueltas en nuestra imaginación, muchas que pueden estar destinadas a ser grandes y queridas historias. ¿Por qué no intentarlo: por qué no dejarlas ser eternas?
1 comentario:
cristian iba apostear en tu blog pero lo lei y se me quitaron las ganas
para que recuerdas la prueba de teoriaaaaa
estas un poquito loco
y me estresas
ajajajajaj
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