En un abrir y cerrar de ojos ya estamos en el duodécimo mes del año, es decir, el último. Doces meses que han estado llenos de una serie de acontecimientos que han marcado nuestras existencias, de eso estoy seguro. Pero creo que es primer año en el que siento, realmente, qu me estafaron. Siento que alguien vino en algún momento y me robó algunos días: es como que todavía "no puede" ser diciembre. ¿Por qué el tiempo se ha pasado tan rápido? ¿Acaso es cierto eso de que la vida adulta se hace tan acelerada que vemos pasar los días y no podemos hacer nada por impedirlo? La sensación de que no hay tiempo, de cabeza en el trabajo, mientras los bellos atardeceres pasan desapercibidos. Afortunadamente, aún no he dejado de darle importancia a lo que realmente vale: la vida misma.
Queda poco más de un mes para mi matrimonio religioso y tampoco puedo creer que ya hayan pasado los ocho meses desde el compromiso. Me cuesta creer que ya soy un hombre legal y felizmente casado, queriendo crear un proyecto de vida que día a día va tomando más fuerza. Tengo cada día más ilusiones y quizás ese sea el motivo de que tenga tanta ansiedad (últimamente he comido demasiado, espero no haber subido de peso o no entraré en el traje de novio). Anhelo mis vacaciones y sueño tener certidumbre del futuro, pero creo que nadie la tiene. Probablemente, eso sea bueno. La vida es una sorpresa.
Pienso en las etapas que acaban y las que están por comenzar. Pienso en los sueños y proyectos: toda la energía y buenas vibras que invertiré en cada nueva idea.
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