Luego de todas las cosas que sucedieron el día de ayer, la decisión era definitiva: mis zapatillas tendrían que pisar el pavimento ardiente de algunas avenidas capitalinas. Era el inevitable paso siguiente y, como ya he dicho más de alguna vez, la Región Metropolitana comienza a atraerme cada vez más. No sé si me gustaría vivir en Santiago, pero ir de turista de vez en cuando me entretiene. Eran las 10 de la mañana cuando me subía al Turbus que me llevaría rumbo a la conurbación más populosa de Chile.
No dormí nada durante todo el viaje, me dediqué a escuchar música y mirar ese paisaje que a veces empiezo a aprenderme de memoria. En un abrir y cerrar de ojos me encontré con la oficina de Registro de Propiedad Intelectual donde pude, al fin, hacer mi primer registro de propiedad intelectual por la módica suma del 10% de una UTM. Fue una experiencia curiosa, sobre todo por un personaje particular que encargó de gritarle a todo el mundo que era poetisa y que, poco menos, había que darle un trato especial. Sin embargo, no sabía que tenía que llenar un formulario y lanzó improperios al aire, de que era "poetisa" y no "vidente", no obstante, me causa un poco de ruido que en su super conocimiento de las artes, aquella mujer no supiese que el poeta también es vate y, por ende, debe predecir cosas. En fin, gente odiosa y de mal vivir hay en todas partes.
Fue una permanencia de 2 horas en la capital e inlcuso pude pasar a buscar una entrada de One Direction. ¿Habrán creído que también soy un Directioner? Así que puedo concluir que hoy me convertí en un nuevo propietario intelectual de literatura, un directioner momentáneo, un metroadicto y un muerto-de-calor en la temperatura santiaguina.