jueves, 24 de julio de 2008

A veces

A veces quiero saberlo todo, a veces quiero caminar por sobre las aguas y tener tanta fuerza como un torbellino de ideas que arrasa todo lo que ve a su paso -aún esas cosas con una raíz firme y decidida a permanecer en su lugar-, a veces quiero perder la mirada en el horizonte sin saber por qué, a veces no quiero saber por qué, a veces quiero seguir caminando sin saber hacia dónde voy a llegar. ¿Para que saberlo si al final sólo me haría regresar al mismo punto desde el cual había comenzado?
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A veces quiero saber qué es lo que pasa tu cabeza: a veces quiero ser ese narrador heterodiegético que lo sabe todo y hasta es capaz de hablar por sus personajes, a veces quisiera sentir lo que tú sientes, a veces quisiera ponerme en tu lugar y saber todas las cosas por las que estás pasando. A veces quisiera salirme de mi cuerpo y dejar que mi alma vagara libre por la iluminada soledad del puerto en donde veo las naves que viene y se van, dejando sus sueños y su esencia. A veces quisiera llegar a tu lado y mirar tu belleza, acariciarte con ternura, que me veas y sonrías, que me veas y tu corazón comenzara a latir de la misma manera como late el mío cuando te ve.
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Sí, a veces también quisiera ser un Dios para saber cada una de las cosas que van a ocurrir: para tener el poder de hacer un flash back al pasado para reparar cada uno de mis erorres o adelantarme hacia el futuro para saber cuáles serían las consecuencias de mi estado actual. A veces he pensando tantas cosas que sería inútil intentar enumerar: la vida, la muerte, el universo, el mundo, mi vida, tu vida, nuestras vidas, el silencio y la eternidad... ¿hasta dónde todo llegará? A veces he pensado en esos minutos en que la ciudad me habla desde ultratumba y me cuenta sus historias: yo sólo quiero saber cuál es la tuya. A veces quisiera tener el poder de hacerte sentir lo que me haces sentir tú: a veces quisiera que tú también fueses feliz con la idea de estar junto a mí.

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