De pronto me dio rabia y es como bastante estúpida la razón. No sé si es la culpa de Beth Gibbons que con su voz tan sexy en la canción “Mourning Air” me hace rememorar esos recuerdos de pensamientos que vienen desde el pasado, de aquellas preguntas que continúan dándome vueltas en la cabeza pese a que ha pasado el tiempo. Sí, sigo siendo una persona estúpidamente inmadura que no aprende de sus errores, que todavía cree en su mundo de Bilz y Pap, que cree que todo el mundo piensa de la misma manera que yo. ¡Me da tanta rabia cuando me doy cuenta de que detalles tan pequeños son vistos de una manera radicalmente distinta por otra persona que parece ser tan similar a uno! Y no es que sea una persona cerrada de mente, pero me doy cuenta de que me es dificultoso darme cuenta de eso: al respecto he tenido muchas situaciones que no vale la pena mencionar o recordaría cosas que más que animarme me harían hacer más agobiante la tarea de transcribir los ppt para una prueba del día martes.
No sé por qué me volví a acordar de ese personaje que alguien carente de sentido y agobiada por una decepción autoinventada pronunció al aire llamó “fantasmal”, inexistente, irreal. En cierta medida lo es –aunque me haya dado tanta rabia notarlo-, pero sé que esa idea puede ser personificada: hasta he sentido que se ha personificado y pude tener un pequeño flash forward que me rememoró un futuro. Pero, si fuese así, ¿por qué suceden las cosas de una manera distinta? ¿Es posible que 4 puntos negros que debiesen fijar una trayectoria igual divaguen en horizontes aparentemente distintos? En fin, sigo pensando en todo el tiempo que ha pasado y que he estado pensando en eso. No sé por qué, en vez de motivarme, termina deprimiéndome de una manera desastrosa que sólo se acaba cuando puedo olvidarme del tema; cuando vuelvo a caer en el “opio del pueblo” de pensar que en el futuro las cosas van a ser mejores, el que guarda siempre tiene, el que trabaja siempre cosecha. Pero, pensando en una película que vi hace poco, ¿qué pasa si no existe ese bello y utópico futuro que me han prometido tantas veces? ¿Qué pasa si estoy soñando con algo que jamás vendrá? Y fue en ese momento en que miraba desde mi asiento la ventana que daba al aire: estaba en un quinto piso. Me dio risa la idea, porque sé que nunca sería capaz de hacerlo. Pero es que a veces siento el deseo de saborear el veneno de una vez y ver cómo lentamente se acaba todo.
Al fin y al cabo, me estoy acostumbrando a vivir en una perspectiva a veces pesimista y otras, optimista. Embrace it, como decía Bárbara el año pasado y que nunca entendí muy bien. Ese personaje fantasmal que se encarna diegéticamente en mis palabras cada noche ya me tiene bastante loco, bastante fuera de la razón. Pero, ¿quién quiere ser racional? Sobre todo ahora que la actualidad sólo nos muestre una desastrosa inflación que no se sabe en qué quedará. ¿Para qué quiero ser racional ahora, cuando me doy cuenta de que lo que más quiero me es negado cuando creo haberlo encontrado? Respóndemelo, Beth Gibbons, con tu voz tan espectacular que me hace alucinar; respóndemelo, Madonna, que te apareces en mis sueños y te quedas en mi casa para conversar. Respóndemelo, Nelly Furtado con tu Say it right. Respóndemelo, tú, cuyo nombre cuido de pronunciar por las implicancias que ello tiene. En este mundo real de pacotilla, prefiero seguir soñando en mi irracionalidad para creer que la tierra prometida existe en realidad, de lo contrario, no tendré ganas de aterrizar.
No sé por qué me volví a acordar de ese personaje que alguien carente de sentido y agobiada por una decepción autoinventada pronunció al aire llamó “fantasmal”, inexistente, irreal. En cierta medida lo es –aunque me haya dado tanta rabia notarlo-, pero sé que esa idea puede ser personificada: hasta he sentido que se ha personificado y pude tener un pequeño flash forward que me rememoró un futuro. Pero, si fuese así, ¿por qué suceden las cosas de una manera distinta? ¿Es posible que 4 puntos negros que debiesen fijar una trayectoria igual divaguen en horizontes aparentemente distintos? En fin, sigo pensando en todo el tiempo que ha pasado y que he estado pensando en eso. No sé por qué, en vez de motivarme, termina deprimiéndome de una manera desastrosa que sólo se acaba cuando puedo olvidarme del tema; cuando vuelvo a caer en el “opio del pueblo” de pensar que en el futuro las cosas van a ser mejores, el que guarda siempre tiene, el que trabaja siempre cosecha. Pero, pensando en una película que vi hace poco, ¿qué pasa si no existe ese bello y utópico futuro que me han prometido tantas veces? ¿Qué pasa si estoy soñando con algo que jamás vendrá? Y fue en ese momento en que miraba desde mi asiento la ventana que daba al aire: estaba en un quinto piso. Me dio risa la idea, porque sé que nunca sería capaz de hacerlo. Pero es que a veces siento el deseo de saborear el veneno de una vez y ver cómo lentamente se acaba todo.
Al fin y al cabo, me estoy acostumbrando a vivir en una perspectiva a veces pesimista y otras, optimista. Embrace it, como decía Bárbara el año pasado y que nunca entendí muy bien. Ese personaje fantasmal que se encarna diegéticamente en mis palabras cada noche ya me tiene bastante loco, bastante fuera de la razón. Pero, ¿quién quiere ser racional? Sobre todo ahora que la actualidad sólo nos muestre una desastrosa inflación que no se sabe en qué quedará. ¿Para qué quiero ser racional ahora, cuando me doy cuenta de que lo que más quiero me es negado cuando creo haberlo encontrado? Respóndemelo, Beth Gibbons, con tu voz tan espectacular que me hace alucinar; respóndemelo, Madonna, que te apareces en mis sueños y te quedas en mi casa para conversar. Respóndemelo, Nelly Furtado con tu Say it right. Respóndemelo, tú, cuyo nombre cuido de pronunciar por las implicancias que ello tiene. En este mundo real de pacotilla, prefiero seguir soñando en mi irracionalidad para creer que la tierra prometida existe en realidad, de lo contrario, no tendré ganas de aterrizar.
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