Tal vez haya sido una decisión un poco precipitada de mi parte, tal vez fue que en el momento se me ocurrió que era lo mejor y sólo seguí eso que llamamos instinto; pese a que no me sentía completamente a gusto en un lugar desconocido –y atribuí esa incomodidad a estar en un lugar del cual siquiera tenía conocimiento de su existencia-, pero quedé con el pensamiento de que era sólo un poco de costumbre y luego todo pasaría a ser tan normal como el día a día… de hecho, espero que así sea. No sé, algunas personas me miraron con cara extraña y me dijeron de que iba a perder demasiado tiempo y por una razón que carecía de argumentos lo suficientemente sólidos como para gastar mi energía en eso… simplemente, creo yo, que será por hacer algo en vez de quedarme en casa sin hacer nada.
Ocurre lo siguiente: me llegó un mail en la semana de la bolsa de trabajo –mi intención es trabajar diciembre (tal vez un poco antes) para juntar dinero para poder ir de vacaciones a algún lugar durante el verano- en el que se me daba una oferta de trabajo como vendedor de productos Coca Cola en la línea del MERVAL. Lo pensé, lo medité y envié un mail para preguntar algo que me quedaba en duda. Recibí otro mail de respuesta en el que se me invitaba a una entrevista el día sábado. Me presenté y me explicaron la situación del trabajo; y, en realidad, he de reconocer que el dinero es muy poco y es una cosa de mucha suerte el poder vender productos. Sin embargo, en vista y considerando de que es la primera vez que me presento a algún trabajo –y luego del consejo de mi hermana y de toda mi familia, que me dijo: “por algo se empieza”-, entonces acepté. Lo malo, y algo que no consideré, fue que puse casi todo el tiempo que tengo para poder descansar: ¿valdrá la pena?
De momento, es algo en lo que no quiero pensar más, pues ya dije que sí y pronto recibiré un mail en el que se me confirmen los días y el horario en el que comenzaré a trabajar. Me da miedo el hecho de que pueda pasar toda la tarde viajando en la red de 40 y tantos kilómetros y me quede con la mochila llena, sin vender nada. Pero, ¿para qué ser tan pesimista? Se viene la época de calor en la que todos anhelamos tomar algo frío y compramos bebidas. Espero tener la suerte y poder alcanzar una suma alentadora para poder continuar en el trabajo y que, realmente, me dé ánimo para seguir; así mismo, que me alcance para poder tener mis anheladas vacaciones.
Por último, si es que las cosas no se dan como yo piense, haré uso de las ventajas del sistema: un horario flexible y disponibilidad que yo pueda dar. Como ya me decían, si no es suficiente o no me siento cómodo, puedo tomar un tiempo de prueba, retirarme y cobrar lo que corresponda. Es como extraño pensar en eso de que comenzaré un trabajo, más encima que nunca he sido vendedor, no sé si tengo el carisma, no sé si la gente me va a tomar en consideración. Tal vez, ¿poner carita de pena? Jajaja. O, simplemente, escribir en la polera: “Esto es por mis vacaciones: Compre”. Mejor aún, ese lema me lo podría pegar en la frente para darme cuenta de que las cosas cuestan. A veces me siento como que me quiero adelantar a los sucesos, como que quiero crecer y trabajar ya. ¿Otro pseudo golpe de madurez? No lo creo, pero es bueno comenzar a obtener las cosas por sí mismo de vez en cuando y valorar un poco más lo propio, lo independiente.
Ocurre lo siguiente: me llegó un mail en la semana de la bolsa de trabajo –mi intención es trabajar diciembre (tal vez un poco antes) para juntar dinero para poder ir de vacaciones a algún lugar durante el verano- en el que se me daba una oferta de trabajo como vendedor de productos Coca Cola en la línea del MERVAL. Lo pensé, lo medité y envié un mail para preguntar algo que me quedaba en duda. Recibí otro mail de respuesta en el que se me invitaba a una entrevista el día sábado. Me presenté y me explicaron la situación del trabajo; y, en realidad, he de reconocer que el dinero es muy poco y es una cosa de mucha suerte el poder vender productos. Sin embargo, en vista y considerando de que es la primera vez que me presento a algún trabajo –y luego del consejo de mi hermana y de toda mi familia, que me dijo: “por algo se empieza”-, entonces acepté. Lo malo, y algo que no consideré, fue que puse casi todo el tiempo que tengo para poder descansar: ¿valdrá la pena?
De momento, es algo en lo que no quiero pensar más, pues ya dije que sí y pronto recibiré un mail en el que se me confirmen los días y el horario en el que comenzaré a trabajar. Me da miedo el hecho de que pueda pasar toda la tarde viajando en la red de 40 y tantos kilómetros y me quede con la mochila llena, sin vender nada. Pero, ¿para qué ser tan pesimista? Se viene la época de calor en la que todos anhelamos tomar algo frío y compramos bebidas. Espero tener la suerte y poder alcanzar una suma alentadora para poder continuar en el trabajo y que, realmente, me dé ánimo para seguir; así mismo, que me alcance para poder tener mis anheladas vacaciones.
Por último, si es que las cosas no se dan como yo piense, haré uso de las ventajas del sistema: un horario flexible y disponibilidad que yo pueda dar. Como ya me decían, si no es suficiente o no me siento cómodo, puedo tomar un tiempo de prueba, retirarme y cobrar lo que corresponda. Es como extraño pensar en eso de que comenzaré un trabajo, más encima que nunca he sido vendedor, no sé si tengo el carisma, no sé si la gente me va a tomar en consideración. Tal vez, ¿poner carita de pena? Jajaja. O, simplemente, escribir en la polera: “Esto es por mis vacaciones: Compre”. Mejor aún, ese lema me lo podría pegar en la frente para darme cuenta de que las cosas cuestan. A veces me siento como que me quiero adelantar a los sucesos, como que quiero crecer y trabajar ya. ¿Otro pseudo golpe de madurez? No lo creo, pero es bueno comenzar a obtener las cosas por sí mismo de vez en cuando y valorar un poco más lo propio, lo independiente.
So Hard - Pet Shop Boys
Saludos!
kinkan ®