domingo, 1 de junio de 2014

Sueños

Soñé que me dolía tan fuerte un oído que me desmayaba. Soñé que tenía conciencia del golpe, pero que seguía inmóvil y en ese estado era capaz de percibir todo lo que sucedía. Todo se veía en vertical, de acuerdo a la perspectiva en la cual me encontraba. Tumbado en el suelo pensaba en la vida, en el paso del tiempo, en el estrés, en ese derroche de energía que a diario utilizaba en la creación de un arma que no tenía mayor utilidad que la destrucción. ¡Destrucción, destrucción por diversión! Mejor dicho, para tapar la decepción.

Soñé con gente que no veía desde hacía mucho tiempo, cuyas apariciones eran en realidad una forma de estorbar. Soñé que esas miradas olvidadas querían recordarme situaciones que otrora añoraba, pero que ahora estaba feliz de no haber logrado. Soñé que les demostraba mi felicidad y era una sensación tan agradable de ver que se negaban a ver que eso era cierto. Soñé que sus siluetas llegaban para colgarse de mi éxito, pero que no les resultaba. 

Soñé con ascensores que colgaban de cables tiritones, soñé con estaciones olvidadas, soñé con lluvia, con edificiones en construcción. Soñé, sobretodo soñé. Eso es lo que más importa.

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