La misma nostalgia al ver un espacio que no sé si es cierto. El mismo silencio en una caminata fantasmagórica y difusa, donde las formas cambian y los colores desaparecen. Gamas de luces, sonidos desconocidos, historias que te observan como transeúnte desde los balcones donde cuelgan la ropa que quieren secar. Cuelgan las vidas, cuelgan los cuerpos, cuelgan también las almas que nacen con cada nueva palabra que escribimos casi al azar.
Vuelvo a transitar por una amplia avenida solitaria. Vuelvo a descubrirme en un mundo al cual pertenecí hace siglos atrás, vuelvo a sentirme perdido, vuelvo a encontrar unas cuantas respuestas. Y escapo, pero regreso; vuelo, pero me escondo. Es que las máscaras tarde o temprano se desarman y las ropas comienzan a ceder con el paso del tiempo. Los espectros bailan en la borrachera de anoche, las sombras se pintan de destellos, de musicalización.
Me confundo. Sé que ya he soñado con esto, pero no sé lo que va a pasar.
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