sábado, 22 de diciembre de 2007

¿Llorar? ¿Reír? ¿Correr? ¿Huir?

En estos momentos estoy viviendo una sensación tan extraña que apenas puedo describirla correctamente: ¿acaso sería posible describir algo sicológicamente tan subjetivo como lo es un sentimiento; un pensamiento? Pero sólo me dan ganas de expresarlo de algún modo y no dejarlo reprimido en el interior de mí… aunque se convierte en una verborrea tremenda que no pretenda llegar a ningún lado. Acaso será producto de las miles de personas que se agolpaban en las calles comprando regalos para tener una navidad materialistamente buena, acaso será el día, acaso serás tú… definitivamente: la última de las posibilidades es la que creo me tiene así.

Sí, tú. Tú eres quien me ha dejado así, con una sensación extraña y ambigua que no sé si me hace reír o me hace llorar: perplejo, sin palabras, sin lágrimas ni sonrisas, a ratos sin respiros y en otros momentos sin nada más que decir. Tal y como lo pensaba, hoy me costó demasiado poder sacar alguna palabra: sólo quería estar a tu lado y abrazarte, solamente eso era suficiente para sentirme bien, para aprovecharte en este último día antes de que partieras de regreso a la tierra que te vio nacer. Tú, tú que ahora partiste de regreso y me diste tu promesa de que ibas a regresar; tú eres la razón de que ahora ya no sepa ni qué decir. Pero tampoco lo digo con el fin de echarte toda la culpa, puesto que era algo que ambos sabíamos desde un principio… serían casi 3 meses en que sólo nuestras voces serían el contacto que tendríamos a través de un teléfono o a través de una conversación de chat.

En el momento en que vi el bus partir como que no asumía lo que estaba pasando y hasta este momento no me he puesto a pensar en lo que significa: siquiera he llorado, pero tal vez lo haga… tampoco me voy a obligar. Pese a que hubo un momento en que la histeria nos hizo odiarnos, creo que recordaré este día de la mejor manera posible y sonreiré al traer de regreso cada uno de los pormenores del camino: el bolso cuyas ruedas apenas giraban, el celular olvidado, mi espalda adolorida, etc. Y, ¿sabes? Me di cuenta que hoy también se cumplía un ciclo. Algo ocurrió hace mucho tiempo –antes de que nos conociéramos- y hoy se repite lo mismo, pero con un beso de despedida. No lloré, tú sí lo hiciste. Tal vez llore mañana, ¿quién sabe?

Tengo miedo y ya te lo he dicho más de una vez. Pero es un riesgo que nos pone el destino y si perdemos: tendremos que asumirnos como perdedores de un juego que la vida nos puso en el camino. Ahora vete, sé feliz y disfruta tu tierra: has pasado por muchos momentos duros; necesitas descanso y el cariño que sólo tu familia te puede dar. Ya habrá tiempo de volvernos a ver…

Y no sé qué me pasa, aún cuando ya he terminado de escribir esto. Me da un poco de nostalgia ver las últimas fotos de tu pieza deshabitada en la que se hacían los ecos de las noches que pasamos juntos: todos los recuerdos que quedarán en esas paredes y tal vez los años se encargarán de mantener ocultos. ¿Llorar? ¿Reír? ¿Correr? ¿Huir?


Perlas - Javiera Mena
Saludos!


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