¿Qué es la sabiduría? En un sentido muy amplio podemos pensar que es todo lo que se refiere al conocimiento de las personas; contenidos específicos de un tema, del mundo, de la gente, EXPERIENCIAS, etc. Y comúnmente asociamos a alguien sabio con ser inteligente, pero muchas veces, ambas características no llegan a una unión efectiva que causa efectos positivos. Me he dado cuenta que siempre hay gente inteligente a mi alrededor, pero a veces no sabemos ocupar lo que tenemos. Y no lo digo por el resto, sino por mí, porque muchas veces pierdo energía enojándome por cosas que en realidad no valen la pena, por cosas que pasan y de las que la vida me traerá miles.
Muchas veces creía que la sabiduría era asociada al conocimiento de algo, pero en realidad no es así. Con el tiempo he ido aprendido muchas cosas, sobre todo en los últimos meses, las etapas que han ido pasando, la gente que he conocido y quienes siempre han estado a mi lado dándome consejos, comentándome sobre lo que piensan que es mejor para mí, cuando yo no sé bien qué es lo que debo decidir. La sabiduría puede llegar en el momento que menos lo pensamos, pues a cada instante la vida nos pone pruebas para demostrarnos de que somos capaces de eso, y de mucho más. “Todo pasa por algo”, cada decisión que tomamos traerá como consecuencia un acontecimiento que a su vez, desencadenará otro y otro, es por eso que debemos saber bien lo que vamos a hacer. Y quise destacar la palabra experiencia, porque creo que la sabiduría es básicamente eso, y que cada día crece con lo que vamos viviendo y aprendiendo.
Alcanzarla puede parecer una meta imposible cuando vemos que todo el mundo se llena de nubes negras que nos auguran la peor tormenta de la cual no podremos salir jamás, pero al final, nos damos cuenta de que pasa y de que seguimos con vida, pero no iguales, siempre aprendemos algo. Lo ideal, es nunca quedar con rencor, olvidar lo malo y quedar con lo bueno.
“Los gritos de Elías resonaron por el valle y fueron devueltos por el eco a sus oídos.
- No sabes lo que dices –respondió el ángel-. No existe la tragedia, sino lo inevitable. Todo tiene su razón de ser: sólo necesitas saber distinguir lo que es pasajero de lo que es definitivo.
- ¿Qué es lo pasajero? –preguntó Elías.
- Lo inevitable.
- ¿Y lo definitivo?
- Las lecciones de lo inevitable.
Diciendo esto, el ángel se alejó” (“La Quinta Montaña, Paulo Coehlo)
Cada error es un acierto al fin y al cabo, pues no ser de él, no habríamos aprendido a no caernos en la siguiente vez, y si volvemos a caer, siempre podemos volver a ponernos en pie.