lunes, 30 de septiembre de 2013

Adiós septiembre

Este año no me alcanzó el tiempo ni la inspiración para hacer ninguna predicción: solo veo que, una vez más, termina el mes de la patria y demuestro los efectos de las fiestas. Sí, está claro que ahora comienza la paranoia y el aumento considerable de las visitas a la piscina, con el deseo evidente de dejar de ser una boya en medio del mar. Comida, comida, una semana de vacaciones y los múltiples intentos frustrados de decir que no me importa nada: así se fue septiembre y mi tiempo que no sé en dónde se quedó.

Recuerdo que el año pasado me sorprendí de lo rápido que se había ido el mes, pero ahora me pareció absolutamente esperable. ¿Por qué la vida de adultos nos hace observar que el mundo pasa tan rápido ante nuestros ojos? Mañana ya comienza octubre, pero el frío parece no querer dejarnos: todo es tan extraño. Sé que vendrá viento, como ese que ya se ha dejado sentir en las calles de Valparaíso que nuevamente se ha convertido en mi dormitorio. 

Y ahora, octubre, ¿qué nos dirás?

martes, 24 de septiembre de 2013

Lo que realmente quiero hacer (y ser)

No me he dado ni cuenta cómo se ha pasado casi un mes desde la última vez que escribí algo en mi blog. Es inevitable que la vida de adulto provoque una restricción en tu tiempo y eso es algo que me he dado cuenta con el transcurso de los meses: la vida de estudiante es mucho más simple -pese a que en su momento uno no lo piensa así- que la del trabajador, sobre todo cuando te sientes estancado en una etapa que quieres que pase luego. Me lo he repetido mil veces, pero a veces se me acaba la fuerza: este no es el final, hay algo más allá, algo diferente, algo mucho mejor, esto no es el destino, no es la meta, solo es un paso en el camino. Me repito una y otra vez sucederá el milagro, que algo ocurrirá para salvarme, pero a veces vuelvo a perder la fe.

Han pasado tantas cosas y cada vez dedico menos tiempo a la escritura, por tonterías que no me importan, pero a las cuales debo poner atención ya que, al fin y al cabo, sustenta mi vida actual. Sucio y vil dinero, como se dice. Intento repetirme mil veces que no me importa, pero tampoco es así: me gusta hacer las cosas bien, aunque no me gusten. Pero las cosas no se pueden hacer bien si ya te aburres de "motivar" porque, en definitiva, nada es lo suficientemente motivador. Cambias actividades, no. Mantienes actividades, no. Empiezas un tema, no. Lo que sea, no. No, no, no. Ni siquiera sé que es lo que suceda de aquí al próximo año y también es un tema que me angustia un poco: varias veces he estado a punto de decir "ya está, suficiente, váyanse a la mierda, me importa un reverendo comino lo que hagan con sus vidas, no estoy ni ahí con ser mártir". ¿Cuánto tiempo más tendré que estar alejándome del camino correcto? 

Cada día, me doy cuenta de que lo que realmente me motiva es otra cosa, no precisamente mi trabajo. Ya que este es un espacio en el cual soy libre de opinar lo que sea -le guste a quien le guste-, lo diré sin más censura: mi trabajo no me motiva. No diré que no me gusta, porque sí he aprendido a encontrarle cosas positivas, pero no me motiva. Mi camino es otro y me cuesta entender que el universo todavía no conspire para que ese sueño se logre. Sé que las respuestas las debo encontrar yo y que, en definitiva, lo sé: sé cuál es mi camino, solo que no sé porque me he ido alejando con el tiempo. Debo llegar, debo volver, debo regresar "a casa", donde mi alma vibre de alegría al crear, no donde mi alma se frustre y se vaya ennegreciendo lentamente al ver que todos tus esfuerzos terminan convertidos en nada. Quisiera ser fugaz en algunos contextos, pasar rápido, sin preocuparme de la estela que pueda o no quedar.

Quiero dedicarme a escribir. Nací para escribir, no para fingir que enseño algo a quien no le importa.

Sugerencia de canción (de hecho, la que generó el ambiente para escribir esta entrada) : http://www.youtube.com/watch?v=rpE9mW8hFvA