Y fue en ese preciso instante en que me detuve, mirando mis zapatillas gastadas por todo el camino. La suela estaba llena de tierra y hojas; me recordaba la juguetona caminata por las praderas, huyendo de los guardias que nos querían recordar a la fuerza que no estaba permitido caminar por el cesped. Daba igual. Nosotros éramos niños recorriendo un mundo nuevo. El tren seguía en la estación y las baldosas trazaban un camino de huellas que se perdía más allá de un enorme macetero trizado, a punto de colapsar. Las avenidas no eran las mismas que en el pasado, ahora parecían tener más vida. Parecían tener más historias. Algunas de esas historias las dejé plasmadas cerca de las líneas del tren, en esa juventud prematura, antes de volver a nacer. No recuerdo cuál era mi nombre, pero eso ya ni importa. Cerré los ojos frente al vidrio and we don't care about the young folks, talking about the young style.
Fue en ese momento que me di cuenta que los kilómetros que había viajado significaban más que un número de 5 cifras. En ese momento comencé a entenderlo todo, casi todo.
Fotografía: Estación de tren, camino de Sintra a Lisboa.
3 comentarios:
Y qué sería ese "todo", querido Cristian?
Muchas, muchas, demasiadas cosas que uno comienza a darse cuenta, recién, con el paso del tiempo. Y entonces lo agradeces :)
siempre felicitando por el gran escritor que eres y siempre suspirando y recordando con cada palabra que leo de tí!
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