Vuelvo a caer en lo mismo aunque suelo ponerle un sinnúmero de epítetos para ocultar mi amor por esta situación: que es estúpida, que es una pérdida de tiempo, que sólo es un invento de mi inconsciencia para decirme que siga soñando con mi mundo perfecto, que es “el opio de mi cerebro”, que es MAMÓN, que nada de lo que creo es cierto, que me voy a despertar mañana por la lluvia que va a estar golpeando en mi ventana –se anuncia para mañana que continuará el gran temporal-, que esas sensaciones sentimentaloides lo único que hacen es deprimirme y que definitivamente tengo que dejar de pensar en todas las estupideces que hacen que la sinapsis neuronal se convierta en un fraudulento colapso. No obstante, ¿qué es lo que hago una y otra vez? Escucho de improviso una canción que un día descargué a través de, en ese entonces, Kazaa (o cómo se escriba) en la época del auge de un grupo danés llamado Safri Duo cuya música hasta el día de hoy escucho… y me trae tantos recuerdos de cosas que viví y cosas que invento; incluso a veces hasta me trae recuerdos de esas cosas que espero que un futuro pasen. ¿Cómo va a ser eso? Diría la canción de Alejandro Sanz, pero es algo que por más que intento ya no puedo evitar.
Leía en el blog de un amigo muchas de las situaciones que desagradan y he dejado pendiente esa lista que puede ser eterna. No sé por qué me llamó tanto la atención el hecho de que puedo ser una persona tan huraña cuando me siento frente al escritorio y el silencio invade mi habitación hasta que YO decido detenerme por algún motivo indeterminado, pero si alguien se acerca siquiera a saludarme puede que responda de una manera violenta a la manera de decir “Vete de aquí en este preciso momento antes de que te lance un cuaderno, un cojín, la silla, la radio, un disco, un zapato, el gato inexistente o lo que sea”. Y es que hoy estoy bastante molesto porque realmente no he tenido tiempo para darle rienda suelta a mi imaginación, sino que me he visto amarrado a un interminable “paper” que mi hermana mayor me ha entregado para que le pueda traducir al español y, debido a que aún no regreso a clases, no tengo excusa de falta de tiempo. Sólo faltan otras 3 interminables páginas de la hepatitis crónica y podré… ¿descansar? The canine chronic hepatitis…
Y tal como me decía otro amigo, no he podido olvidarme de una pequeña equivocación en la que me vi involucrado ayer. Estaba en todo mi derecho de decir lo que pensaba –y hasta el momento siento que tengo la razón-, pero aún no sé cuál es el motivo de que los dichos de ciertas personas me afecten tanto. Mentalmente me digo que no es nada importante y de que es algo pasajero que no me va a afectar en lo más mínimo mientras veo la lluvia a la espera de que se convierta en granizo o que haya algún relámpago que me tome una fotografía de improviso. Me molesta creer algo de lo que no estoy seguro y menos sé si es que es lo correcto… ah, pero si todo en la vida fuera correcto entonces todo sería más fácil. ¿Soy un simplista que quiere que todo se lo entreguen en bandeja y listo para ser servido? O es que acaso me da miedo el riesgo porque temo caer como tantas veces ya lo he hecho… una más, ¿acaso dará igual? Sonaría tan estúpido si comento que hasta consulté a un tarot de mala reputación y poca confianza (sí, es estúpido… lo dije ¿y qué?) para ver si me sacaba algunas dudas: claro está que me respondió lo que yo temía. Pero no… creerle a un tarot en línea es tan falso como creerle a los políticos de la concertación o decir que en Chile no hay corrupción ni malversación de fondos (qué extraño que hasta la fecha hayan textos del MINEDUC que no hayan llegado a sus respectivos establecimientos). Me sorprendió la respuesta, pero me niego a aceptarla como real… es que no puede ser cierto. O sea, se me ocurre una idea y justo en este preciso momento porque he tenido sueños extraños durante tanto tiempo se me vaya a cumplir uno de lo sueños por los cuales he luchado: era el segundo en orden, pero me di cuenta que hasta se ha transformado en el más importante. ¿Será cierto? Tengo que creerle al destino, a Dios, a la Biblia, a la Iglesia, a la presidenta, a mi “yo-hermoso”, a la musa que a veces no me sonríe, a la Venus del vacío, a los códigos binarios, a Bill Gates… ¿a quién le creo?
Pero no, repito nuevamente de que no puede ser una respuesta real aunque me comen las ganas de confirmarlo con alguien relativamente apto para interpretarme esas cartas. Quiero saber, quiero saber, Señor… si es que acaso es este el momento que he estado esperando. No sé por qué me confunden tanto sus palabras, por qué me confunden tanto sus dichos y esa misteriosa confianza que le tengo… y parece que también me tiene. Como que a veces siento que hasta me manipula un poco y en ese momento retrocedo imponiendo mi porcentaje de orgullo. Por otro lado, otro ángel parece sonreírme con una mirada más o menos tierna que refleja preocupación. ¿A quién le creo? ¿A Shakespeare, Cervantes, Neruda, Mistral, Verne, Baudalarie o a Homero? Y creo que todo es efecto de que no me gusta que interrumpan eso que tenía planeado…
Sólo dudas, preguntas, cuestionamientos existenciales, dudas, más dudas y no respuestas. Las palabras del “paper” en inglés me siguen dando vueltas y me duelen los dientes por las almendras del Costa Nuss… ¿qué es escuchar al niño interno? ¿Escuchar su voz? Escuchar las voices de la canción de Vangelis que me hacen entrar en un mundo glorioso de mis ensueños y hasta derramar una lágrima MAMONA sin entender por qué. Dudas, preguntas, cuestionamientos existenciales… ¿a quién le pido una respuesta? Is it only a joke?
Leía en el blog de un amigo muchas de las situaciones que desagradan y he dejado pendiente esa lista que puede ser eterna. No sé por qué me llamó tanto la atención el hecho de que puedo ser una persona tan huraña cuando me siento frente al escritorio y el silencio invade mi habitación hasta que YO decido detenerme por algún motivo indeterminado, pero si alguien se acerca siquiera a saludarme puede que responda de una manera violenta a la manera de decir “Vete de aquí en este preciso momento antes de que te lance un cuaderno, un cojín, la silla, la radio, un disco, un zapato, el gato inexistente o lo que sea”. Y es que hoy estoy bastante molesto porque realmente no he tenido tiempo para darle rienda suelta a mi imaginación, sino que me he visto amarrado a un interminable “paper” que mi hermana mayor me ha entregado para que le pueda traducir al español y, debido a que aún no regreso a clases, no tengo excusa de falta de tiempo. Sólo faltan otras 3 interminables páginas de la hepatitis crónica y podré… ¿descansar? The canine chronic hepatitis…
Y tal como me decía otro amigo, no he podido olvidarme de una pequeña equivocación en la que me vi involucrado ayer. Estaba en todo mi derecho de decir lo que pensaba –y hasta el momento siento que tengo la razón-, pero aún no sé cuál es el motivo de que los dichos de ciertas personas me afecten tanto. Mentalmente me digo que no es nada importante y de que es algo pasajero que no me va a afectar en lo más mínimo mientras veo la lluvia a la espera de que se convierta en granizo o que haya algún relámpago que me tome una fotografía de improviso. Me molesta creer algo de lo que no estoy seguro y menos sé si es que es lo correcto… ah, pero si todo en la vida fuera correcto entonces todo sería más fácil. ¿Soy un simplista que quiere que todo se lo entreguen en bandeja y listo para ser servido? O es que acaso me da miedo el riesgo porque temo caer como tantas veces ya lo he hecho… una más, ¿acaso dará igual? Sonaría tan estúpido si comento que hasta consulté a un tarot de mala reputación y poca confianza (sí, es estúpido… lo dije ¿y qué?) para ver si me sacaba algunas dudas: claro está que me respondió lo que yo temía. Pero no… creerle a un tarot en línea es tan falso como creerle a los políticos de la concertación o decir que en Chile no hay corrupción ni malversación de fondos (qué extraño que hasta la fecha hayan textos del MINEDUC que no hayan llegado a sus respectivos establecimientos). Me sorprendió la respuesta, pero me niego a aceptarla como real… es que no puede ser cierto. O sea, se me ocurre una idea y justo en este preciso momento porque he tenido sueños extraños durante tanto tiempo se me vaya a cumplir uno de lo sueños por los cuales he luchado: era el segundo en orden, pero me di cuenta que hasta se ha transformado en el más importante. ¿Será cierto? Tengo que creerle al destino, a Dios, a la Biblia, a la Iglesia, a la presidenta, a mi “yo-hermoso”, a la musa que a veces no me sonríe, a la Venus del vacío, a los códigos binarios, a Bill Gates… ¿a quién le creo?
Pero no, repito nuevamente de que no puede ser una respuesta real aunque me comen las ganas de confirmarlo con alguien relativamente apto para interpretarme esas cartas. Quiero saber, quiero saber, Señor… si es que acaso es este el momento que he estado esperando. No sé por qué me confunden tanto sus palabras, por qué me confunden tanto sus dichos y esa misteriosa confianza que le tengo… y parece que también me tiene. Como que a veces siento que hasta me manipula un poco y en ese momento retrocedo imponiendo mi porcentaje de orgullo. Por otro lado, otro ángel parece sonreírme con una mirada más o menos tierna que refleja preocupación. ¿A quién le creo? ¿A Shakespeare, Cervantes, Neruda, Mistral, Verne, Baudalarie o a Homero? Y creo que todo es efecto de que no me gusta que interrumpan eso que tenía planeado…
Sólo dudas, preguntas, cuestionamientos existenciales, dudas, más dudas y no respuestas. Las palabras del “paper” en inglés me siguen dando vueltas y me duelen los dientes por las almendras del Costa Nuss… ¿qué es escuchar al niño interno? ¿Escuchar su voz? Escuchar las voices de la canción de Vangelis que me hacen entrar en un mundo glorioso de mis ensueños y hasta derramar una lágrima MAMONA sin entender por qué. Dudas, preguntas, cuestionamientos existenciales… ¿a quién le pido una respuesta? Is it only a joke?
1 comentario:
Las respuestas se encuentran en tu interior. Los demás pueden ayudarte a encontrarlas, pero el 90% lo pones tú.
No te reprimas.
Suerte.
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