Y tan rápido cómo comenzó todo, ahora llega todo a su final. Lo que pensé que sería un cautiverio interminable en que lucharía día a día por poder salir a respirar a la superficie, se convierte en el momento de ahora en que sigo respirando al igual que siempre.
Ya todo está listo y me puedo sentar tranquilo a mirar un mes de diciembre en que me veré encerrado en el ocio, pero lo peor de todo, es verme encerrado en mi casa y condenado a hacer nada más que estar en mi pieza: no hay ninguna otra entretención más que escuchar música, leer algún libro o escribir. Si bien es cierto que quería tiempo para poder hacer todas estas cosas, todos estos placeres que uno cultiva con el tiempo; pero ahora me dan ganas de poder estar trabajando y ganando dinero para poder tener vacaciones; salir y divertirme, pero no tuve la suerte y no me queda más que disfrutar lo que tengo.
¿Qué hacer en diciembre? Es la pregunta que le hago a todo el mundo. Es cierto, estoy contento porque pasé todos los ramos y no tuve que dar ningún examen: me ahorré la terrible ansiedad de no saber qué es lo que va a pasar contigo frente a una prueba en que te encuentres con todo un semestre, con cosas que a veces no has entendido. Aunque parezca paradójico, creo que me dedicaré a leer –sí, a seguir leyendo, como ya me he acostumbrado a hacer durante el año- y quizá a dormir.
No sé si me convertí en un adicto a estar fuera de mi casa o algo así, pero siento pánico de tener tanto tiempo de ocio y de tener que quedarme entre 4 paredes. Algunos anhelan llegar a su casa en los días de trabajo y yo me incluyo en ese grupo, pero sólo esos días. Creo que me acostumbré a estar en clases y quebrarme la cabeza para entender las cosas más complejas; creo que me acostumbré a tener las ganas de llegar a la casa cuando aún voy en camino. Ahora estoy en casa libre de tareas, libre de pruebas y libre de miles de páginas por leer para la próxima semana. ¿Qué hago, entonces?
El balance positivo: conocí a muchas personas distintas y me he contagiado, de a poco, de toda la esencia que la literatura y el área de las letras te da. Más de alguna vez me sentí orgulloso de oír cuando alguien decía: “si tienes pinta de estar estudiando castellano”. Por otro lado, incorporé nuevos conocimientos que me han servido para poder aplicarlos a mi manera de expresar los pensamientos: principalmente, en el aspecto de la puntuación (para algunos parece insignificante, pero influye mucho más de lo que uno cree). Hice nuevas amistades, disfruté más de alguna noche de carrete en la bohemia porteña, mantuve el contacto con mis amistades de siempre y, a pesar de todas las dudas, siento que hice una buena opción. Soñé con las paredes del Gimpert y más de alguna vez bostecé en el Rubén Castro, sin dejar de lado la tranquilidad de perder la mirada en la Laguna Sausalito.
Ahora, simplemente… a hacer nada y dejar que las cosas se den solas, algo saldrá en el camino que evite mi aburrimiento.
Ya todo está listo y me puedo sentar tranquilo a mirar un mes de diciembre en que me veré encerrado en el ocio, pero lo peor de todo, es verme encerrado en mi casa y condenado a hacer nada más que estar en mi pieza: no hay ninguna otra entretención más que escuchar música, leer algún libro o escribir. Si bien es cierto que quería tiempo para poder hacer todas estas cosas, todos estos placeres que uno cultiva con el tiempo; pero ahora me dan ganas de poder estar trabajando y ganando dinero para poder tener vacaciones; salir y divertirme, pero no tuve la suerte y no me queda más que disfrutar lo que tengo.
¿Qué hacer en diciembre? Es la pregunta que le hago a todo el mundo. Es cierto, estoy contento porque pasé todos los ramos y no tuve que dar ningún examen: me ahorré la terrible ansiedad de no saber qué es lo que va a pasar contigo frente a una prueba en que te encuentres con todo un semestre, con cosas que a veces no has entendido. Aunque parezca paradójico, creo que me dedicaré a leer –sí, a seguir leyendo, como ya me he acostumbrado a hacer durante el año- y quizá a dormir.
No sé si me convertí en un adicto a estar fuera de mi casa o algo así, pero siento pánico de tener tanto tiempo de ocio y de tener que quedarme entre 4 paredes. Algunos anhelan llegar a su casa en los días de trabajo y yo me incluyo en ese grupo, pero sólo esos días. Creo que me acostumbré a estar en clases y quebrarme la cabeza para entender las cosas más complejas; creo que me acostumbré a tener las ganas de llegar a la casa cuando aún voy en camino. Ahora estoy en casa libre de tareas, libre de pruebas y libre de miles de páginas por leer para la próxima semana. ¿Qué hago, entonces?
El balance positivo: conocí a muchas personas distintas y me he contagiado, de a poco, de toda la esencia que la literatura y el área de las letras te da. Más de alguna vez me sentí orgulloso de oír cuando alguien decía: “si tienes pinta de estar estudiando castellano”. Por otro lado, incorporé nuevos conocimientos que me han servido para poder aplicarlos a mi manera de expresar los pensamientos: principalmente, en el aspecto de la puntuación (para algunos parece insignificante, pero influye mucho más de lo que uno cree). Hice nuevas amistades, disfruté más de alguna noche de carrete en la bohemia porteña, mantuve el contacto con mis amistades de siempre y, a pesar de todas las dudas, siento que hice una buena opción. Soñé con las paredes del Gimpert y más de alguna vez bostecé en el Rubén Castro, sin dejar de lado la tranquilidad de perder la mirada en la Laguna Sausalito.
Ahora, simplemente… a hacer nada y dejar que las cosas se den solas, algo saldrá en el camino que evite mi aburrimiento.
Ray of Light - Madonna
Saludos!
kinkan ®
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