A veces te escribo a ti, cuando vienes a mi mente de improviso. Desde ese recuerdo tan bello del que te apareces y entonces caminas, bailas, danzas, te desvistes y me muestras tu cuerpo desnudo tan acariciable. A veces pierdo la conciencia de mis actos y no sé ni lo que escribo, de solo pensarlo. Y te escribo mil palabras, te escribo todos los adjetivos bellos que se me ocurren, porque ese recuerdo sigue ahí presente, porque quiero que así siga.
A veces, también, te escribo a ti, como aquellas veces en que soñaba con tu mirada en el pasado, con tus manos huidizas y tu cabello flameando al viento. Sí, a ti, aunque creas que no es así. ¿Acaso crees que he olvidado cuando soñaba contigo y me ilusionaba creyéndolo cierto? Por supuesto que no lo he de olvidar, porque es otro recuerdo memorable, es otro resucitar de sensaciones diferentes que es agradable sentir. Sí, aunque no me creas. Y eso no implica que el presente cambie en lo más mínimo.
A veces, también, me acuerdo de ti -y eso si que no lo digo jamás, probablemente no lo reconozca nunca-, de eso que creí y que, definitivamente, nunca fue. Recuerdo cómo te quise y cómo te odié. Recuerdo que todas esas noches en que creía en tus palabras y, ¿sabes? a veces todavía las recuerdo. En cierta medida, todavía te tengo algo de cariño, aunque no quiera verte ni en pintura, aunque si te encontrara en la calle haría como que no te he conocido nunca. Sí, todavía me acuerdo de ti (puedes ser feliz porque lograste permanecer en mi memoria).
Y a veces, muchas veces creo, también te he escrito a ti, con quien he soñado varias veces y con quien he planteado muchas de mis ilusiones. Sonrío al escuchar tu nombre, al ver que me escribes, cuando te refieres a mí, sonriendo. Con esa sonrisa tímida, inocente, un tanto huidiza. No sabes cuánto tiemblo al verte escapar o al verte llegar, cuando te excusas por no poder quedarte -con esa mirada que me pide perdón- y cuando luego me escribes, nuevamente, para disculparte por partir temprano. Sí, te he escrito tantas veces y no me arrepiento, me alegro de que así sea. Probablemente, en algún momento, tú también me puedas escribir algo.
Y así es, te escribo a ti. A ti también, a ti y a ti. Porque eso implica que ya eres parte de mi historia.
Fotografía: La Luna en una noche de verano, Viña del Mar (25 de enero 2010)