lunes, 31 de mayo de 2010

Mar Adentro

Hacía mucho tiempo que quería ver esta película, quizá buscando un poco esa catarsis que nunca deja de hacernos falta en nuestra vida cotidiana. Hace algunos años había quedado con una amiga de que la íbamos a arrendar para verla, pero al final llevamos ya ni me acuerdo qué película y ni la vimos porque nos quedamos conversando. Esta película, creo, es necesario verla en silencio para poder ingresar en este mar de sensaciones y pensamientos en los cuales vas avanzando de un salto, cerrando los ojos y llegando hasta el lugar que quieres. Sí, es producto de una ensoñación.

La historia, que es conocida, trata de la vida de Ramón, un tetrapléjico que lleva 26 años postrado en cama bajo el cuidado de sus familiares que han procurado hacerle llevar una vida agradable pese a esa condición. No obstante, Ramón quiere morir ya que no considera que puede llevar una vida digna en ese estado. La película gira en torno a la polémica de la eutanasia, los conflictos morales y éticos que surgen del acto de la 'muerte asistida'. Y así, durante el desarrollo de la película, la gente se sorprende de verlo hablar de su muerte, de pedirla, pero siempre sonriendo -él luego comentará que se trata de un 'llorar riendo'-. Así es llevado su juicio que se resuelve de manera desfavorable: se respeta su derecho a la vida- quitársela o mantenerla-, pero la asistencia por parte de un tercero corresponde a un crimen por parte del mismo. Ramón debe pensar en cómo llevar esta situación ante la constante negativa de su hermano.

La película da cuenta de los motivos que tiene Ramón para desear tanto la muerte, pese a que muchos le piden que continúe con vida. Tal vez puede resultar un tanto polémico el hecho de que se produzca una confrontación con la iglesia, en el cual se deja a libre pensamiento del espectador con cual postura identificarse, aunque se percibe una crítica a la postura conservadora y poco transigente de la autoridad eclesiástica. Destaco el maquillaje y la actuación de Javier Bardem, siendo capaz de convencerte; en lo personal, me identifiqué con el personaje. Se reabre la polémica del derecho a la vida y debo decir que me molestó demasiado el argumento de la iglesia, con el cual pretendieron controlar mi vida por tanto tiempo: "la vida no nos pertenece". Me pareció notable la respuesta de Ramón a eso, aludiendo a la molestia que les producía tener un ser humano menos a quien manipular.

El personaje principal habla de su vida como una vida indigna, despertando la molestia de otros tetrapléjicos que sí aceptan su forma de vida como digna. No obstante, esto es todo parte de un malentendido ya que en varias ocasiones él dice que habla de su vida como indigna, sin extenderla a los demás: es importante ponerse en el lugar del otro.

Me pareció una muy buena película que vale la pena ver y que da para pensar bastante.

"Mar adentro, mar adentro. Y en la ingravidez del fondo, donde se cumplen los sueños se unen tantas voluntades para cumplir un deseo. Un beso enciende la vida con un relámpago y un trueno. Y en una metamorfosis mi cuerpo no es ya mi cuerpo. Es como penetrar al centro del universo. El abrazo más pueril y el más puro de los besos, hasta vernos reducidos en un único deseo. Tu mirada y mi mirada como un eco repitiendo sin palabras: más adentro, más adentro. Hasta el más allá del todo por la sangre y por los huesos. Pero me despierto siempre, y siempre quiero estar muerto. Para seguir con mi boca enredada en tus cabellos"

viernes, 28 de mayo de 2010

Invitación

Te invito a cruzar fronteras. Te invito a correr descalzos por sobre la hierba, libres de todas las ataduras, libre de las amarras que los propios zapatos nos imponen. Libres, sí, te ofrezco libertad de volar por los mares del cielo y de nadar por las nubes del océano. Te ofrezco una tarde entera pensando solamente en ti, sentado a tu lado observando la belleza y sutilidad de esa mirada única; de esos ojos enormes que te aman cuando te aman y te odian cuando te odian, esa mirada que precisa cada palabra silenciosa sin necesidad de gesticular un sonido. Te ofrezco una tarde abrazado a tu regazo, sin pronunciar palabra alguna, simplemente encantados de mirarnos el uno al otro y de sonreir de tanto en tanto al darnos cuenta de que no nos importa más nada. Lo que piensen ellos, es asunto de ellos.

Te invito a un viaje a la luna, con los ojos cerrados y las manos entrelazadas en todo momento. Te prometo no soltarme de ti en ningún momento durante este viaje: no nos daremos ni cuenta cuando nuestras huellas ya hayan quedado plasmadas en la superficie lunar. Escribiremos nuestras historias en la arena, dibujaremos caminos en la hierba, nos bañaremos en los lagos secretos que se esconden detrás de las montañas más altas del universo. Allá donde la inmortalidad de la mente susurra cánticos en tu respiración.

Te invito a correr por la hierba, a lanzarnos sobre el verde paisaje que se presente ante nuestra mirada. Te invito a recostarnos a mirar el cielo y a esperar juntos, poder ver las estrellas.

Fotografía: Provincia de Tetuán, Marruecos.

lunes, 24 de mayo de 2010

Momentos

Recorriendo silenciosamente las calles albaceteñas de esta primaveral semiestival, me encuentro con tu figura destacada sobre la luz propia de la ciudad. Te apareces como parte de un sueño y, de vez en cuando, me doy cuenta que eres ese mismo sueño que tanto busqué. Se me aparecen tantos recuerdos en esquina, en cada calle, en cada semáforo, en cada asiento de madera que mira al cielo. Se me aparecen los momentos cuando me recuesto en el suelo y me puedo quedar perplejo ante el infinito de estrellas que se oculta bajo los enormes edificios que pretenden llegar la cielo; me duermo en ese silencio misterioso de un principio y esa noche de nunca acabar... me duermo en ese silencio veraniego que promete bondades y vendimias, que promete nuevas energías.

Y casi sin saberlo, me veo sentado frente a la ventana de mi habitación; el cielo celeste y las nubes que dan vueltas me anuncian que el tiempo se ha pasado con rapidez. Por las noches, los caminos de estrellas me recuerdan que, alguna vez, ya había visto eso antes: allá en el lejano horizonte un niño soñaba con mirar el cielo desde este lado del mundo y seguramente nunca se creyó que pronto estaría cumpliendo ese sueño. Por las noches veo mi reflejo en la ventana: el tiempo ha sido suficiente para aprender tantas cosas, para hacernos mejores personas.

A cada instante se abre una puerta, aparece una sonrisa. Lentamente, se escapan los miedos. Lentamente, tenemos el poder de hacer todo. Me despierto cada mañana en Albacete, con el sol entrando por la ventana, con la mente dispuesta a las nuevas aventuras que estas calles castellano manchegas prometen.

Fotografía: Plaza del Altozano, Albacete, España

sábado, 22 de mayo de 2010

Colorida

Ella es un ser extraño y si tuviese que elegir un adjetivo para poder calificarla, seguramente sería el de 'colorida'. ¿Cómo es que este adjetivo puede aplicarse a una persona? Cuando es acreedora de una personalidad jovial, divertida, espontánea y muy alegre; personalidad de la cual solo podría ser acreedora un tipo de persona tan especial como lo es ella, alguien con quien no puedes siquiera discutir -porque sabes que nunca podrás ganar- y que, pese a saberte inferior en su capacidad de imponer sus pensamientos, sabes que te agrada en demasía ver que ella ya ha conquistado hasta tus propias razones. Colorida... como el atardecer de una noche de primavera, cuando son las 9 de la noche y el sol aún sigue, la luz se prolonga y el día no se quiere ir. Colorida... como la vida misma, como el camino secreto que se recorre en una ciudad medio dormida, como las historias que se esconden en cada una de sus paredes. Colorida y, en cada color, encuentras una nueva palabra que desata un sinfín de aventuras que no acaban, que solo comienzan y se extienden en la infinidad de todas las dimensiones posibles.

Así es ella. Un ser mágico. Aunque a veces te parezca increíble, sí, así es ella. Con su sonrisa casual y esas respuestas que no pueden más que dejarte sin habla para luego soltar una suave sonrisa: nunca acaba de sorprenderte, nunca acaba de conquistarte.

Así es ella, aunque a veces no sepas si es de verdad. Y es precisamente eso lo que más logra conquistarte: es un ser que trasciende los límites de lo ficiticio y lo real, engloba varios mundos en una mirada que encierra una pasión que es incontenible. Sí, adoras su color.

Fotografía: Avda. de España, Albacete, España.

martes, 18 de mayo de 2010

Tiempo y espacio

(Un susurro y un deseo) Nada nada hasta llegar hacia el mar,
perderte en el (silencio) horizonte,
dar vueltas y vueltas en las olas (hola, cómo estás),
mirar hacia el cielo (ver la cometa encumbrar)

(un éxtasis momentáneo que es solo tuyo y de nadie más).

Dame la mano de una vez,
dame un beso y olvídate de lo demás.

Porque no eres alguien simple
y te mereces mucho más
que un simple monigote inflado de estupideces
(sexy? not interested),
de imágenes rítmicas (cantan con playback, no le creas, no son de verdad).

Y tú que pareces ser como un sueño (no quiero despertar, quiero abrazarme a tu sonido)
te has quedado en un instante preciso (Right? Wrong? I don't care!).
Ven y dame un beso,
ven y dame un abrazo.
Ven y quédate conmigo en este momento.

(Piérdete conmigo en un baile extraño,
piérdete conmigo en momentos inconexos,

piérdete conmigo en el silencio,
piérdete conmigo mirando las estrellas en el cielo).

En tu regazo me siento recompensado,
en tu abrazo me siento protegido,
en tu mirada encuentro esa palabra que tanto he buscado.

(Contigo he escapado del tiempo y del espacio)


Fotografía: Playa del Postiguet, Alicante, España.

sábado, 15 de mayo de 2010

03.20 a.m.

Lanzando palabras al azar sobre una línea perdida en el horizonte de colores; azul, verde, amarillo... tú eliges el color que quieras. Culpabilidades excéntricas. Amaneceres enredado entre paredes de cárceles, de cadenas frías como el hielo, frías como el silencio de una mirada corroída. De una mirada profunda, inequívoca, pero equivocada al mismo tiempo. De un extremo a otro: del momento máximo de alegría al momento máximo de agobio, un instante.

Lanzando caminos sobre las huellas, lanzando fuego sobre la pluma que desdibuja lo que no sabías que ibas a escribir, el reloj que retrocede en un instante inexacto, una foto congelada en el refrigerador. Hielo corroído, bencina derramada sobre las baldosas. Azul, verde, amarillo. Una llama amenaza acabar con toda una existencia. Un ser que camina pausado, nervioso. Un salto a la inmensidad; ¿un rebote hacia el cielo? ¿un equívoco parpadeo? Un mundo paralelo dibujado en las estrellas.


Fotografía: Avda. Hellín, Albacete, España.

viernes, 14 de mayo de 2010

Soy una caricatura

Saltar de pronto y quedarsde mirando el cielo, sin sentido: sin haber ingerido ninguna bebida extraña, sin haber consumido ninguna sustancia ilícita. Mirar cada detalle de una ciudad dormida por la lluvia, por las tormentas eléctricas que sorprenden en el momento más inesperado mientras el intento de ocultarse bajo un paraguas resulta una odisea un tanto carnavalesca en un dancing in the rain sin saber cómo continuar la letra. Despertar de golpe con Sour Times y la voz de Beth Gibbons que me hace saltar otra vez, cuadno son las 01.37 am y debiese pensar en lo que es el sueño, en recostarme sobre mi cama y pensar en mi estómago convertido en una placa tectónica que se sumerge y se vuelve a levantar, causando temblores insensatos capaces de derribar cualquier momento dulce.

Sonreír sin ningún motivo y cerrar los ojos para ver qué es lo que se esconde tras esa muralla de la esquina, esa que ayer era de color blanco y hoy está rayada con un graffiti de mensajes subliminales. Caminar, caminar, caminar, caminar y perderse en esa mini selva de cemento que se alza por obra y gracia del viento, por obra y gracia de la inestabilidad atmosférica que, seguramente, debe ser aún más perceptible allá en los edificios de más altura. Probablemente, la benevolencia de ese rayo que no se ve, pero que deja su ruido. Probablemente, el maleficio de una mirada como esa que te hace perder el sentido en dos segundos. O... un golpe en la cabeza, contra el suelo; la sangre que sale a chorros mientras las miradas en el cielo dan cuenta de esa nube que no cesa de dar vueltas con su sonrisa amenazante: hoy voy a dejar caer la lluvia sobre la ciudad y no sé si podrás bailar.

Que todo lo que se dice causa risa, expectación, locura, sorpresa, adjetivos desviados de su hilo central, sujetos y predicados inconexos y muy poca coherencia verbal sujeto pronombre y estilo: una mezcla de colores que no existen (color universo, por ejemplo).

Y, en definitiva, sí. Soy una caricatura.


Fotografía: Museo Nacional D'Art de Catalunya, Barcelona, España.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Allá

Allá donde acaban las paredes pintadas de blanco, sí, allá donde comienza el mundo verdadero: allá es donde me quiero encontrar nuevamente contigo y tu mirada de la cual no puedo articular un adjetivo, pues es única y solo tuya. Allá en el desierto de sonidos, de arquitecturas vacías de sentido, allá en el sin sentido mismo, allá en el revoltijo de sensaciones extrañas bajo las cuales dormir abrazados, pegados, con los ojos cerrados, con los labios muy juntos y las respiraciones hechas casi una sola.

Allá donde comienza el silencio perpetuo de palabras que se esconden en sigilosos movimientos acompasados al ritmo de una pausa melodiosa de saltos danzarines que juegan el evil game de pensamientos ocultos que adquieren sus canciones eléctricas de estridentes beats de movimientos rítmos y no tan rítmicos bajo una estela de cantos y miradas perdidas en la locura propia del alcohol. En la locura propia de la vida, del presente, del cielo, de la luna, del mar...

Allá donde se cruzan los límites de lo sensorial. Sí, en ese es lugar donde esta noche te quiero encontrar.


Fotografía: Castillo de Santa Bárbara, Alicante, España.

martes, 11 de mayo de 2010

Confesiones

Debo confesar
que adoré ese momento en que se acabó el silencio,
en que el ruido se transformó en música
y tu mirada se desbidujó junto a la mía.

Debo confesar
que adoré tenerte entre mis brazos,
que adoré esa mirada inocente,
que adoré ese beso tibio.

Debo confesar
que esto me parecía un sueño:
ahora no quiero despertar.


Fotografía: Parques de Lisboa, Portugal

domingo, 9 de mayo de 2010




Y sin darme cuenta de lo que sucedía,
desperté abrazado a ti

con tu sonrisa muy cerca de mis labios.


Fui muy feliz.


(Y me valió madres todo lo demás).








Fotografía: Parques de Lisboa, Portugal

viernes, 7 de mayo de 2010

Sin pensar

En medio de la nada, me recosté a mirar el cielo, así, sin pensar. Sin pensar en la vida que daba vueltas como la rotación de la tierra, sin pensar en la respiración que necesitaba para poder seguir vivo, sin pensar en lo efímero del cuerpo humano y la volatilidad de su rápido desaparición, sin pensar en el aire frío que ataca contra mi piel entumecida, sin pensar en el pasto que comienza a crecer, sin pensar en el sol, sin pensar en las nubes, sin pensar en el celeste del horizonte que se escapa más allá de las praderas. Sin pensar, me decía una y otra vez, enlistando cada una de las cosas en las cuales no quería pensar. Sin pensar en el camino que me invitaba a conocer lo que escondía, sin pensar en el agua que pronto iba a necesitar si me pasaba todo el día ahí, sin pensar en la comida, sin pensar en los vehículos que podrían circular por encima de mí en cualquier momento. Sin pensar en las naves espaciales que desde el cielo pudiesen querir venir a observarme. Sin pensar en el futuro, ni en el pasado, ni en el presente. Sin pensar en lo que estaba sucediendo. Sin pensar en los dibujos que me evocaba ese paisaje donde quería dormir, sin pensar en el cansancio de mis pies de tanto caminar.

Sin pensar en que la mente solo sabe divagar en afirmaciones, jamás en negativos.

Fotografía: Provincia de Tetuán, Marruecos.

martes, 4 de mayo de 2010

Simplemente




Enredado entre tu nombre desdibujado por la lluvia,

con los colores desteñidos en la acera
y cada momento perdido entre las ilusiones de la niebla.
Perdido entre las veces que he gritado, sin saber,
alguna de las letras que componen tu nombre enigmático y desconocido.
Soñando con un abrazo,
soñando con un tenue y cálido contacto.
A veces soy un sombrío caminante que observa el mundo.

A veces, simplemente, quisiera estar contigo.


Fotografía: Wellington Monument, Londres, Inglaterra.

lunes, 3 de mayo de 2010

Un escape al mediterráneo.

El tren viene con retraso de 8 minutos y a nadie parece importarle mucho, solo a mí que me fijé en ese pequeño detalle que mi exceso de puntualidad mental me hace indicar con rojo, como un error del sistema. Pero llega el tren y me subo en el vagón 2, ya no recuerdo el número del asiento, solo que pude irme sentado a la ventana. Dormí un instante -y creo que Mariana pudo ser feliz de no oirme conversarle todo el camino- y luego me fui observando el paisaje. La Estació d'Alacant (Estación de Alicante) nos esperaba con un tumulto de gente descendiendo del tren. Calor, un taxi y el Hotel H3 donde nos quedaríamos durante las 2 noches que pasaríamos en este balneario de la costa meditearránea de España.

En busca de comida y de aventuras, nos llevamos caminando toda la tarde por esta bella ciudad que se alza frente al mar mediterráneo, azul y profundo que te invita a sumergirte en sus aguas y a cruzar las fronteras que no existen. Acompañado de Mariana, Claudia y Lavinia, recorrimos la costa y la playa, donde a veces volvíamos a nuestra infancia. Fue un día corto ese viernes de finalización de abril.

La playa no se hizo esperar: el sábado por la mañana nos vería en la arena, al sol. Yo no quise esperar demasiado para meterme al agua -¿a qué se va a la playa si no es a meterse al mar?- y en pocos minutos ya me veían nadando. Era extraño, porque se podía caminar a lo menos unos 30 metros sin que la profundidad fuese demasiada. Fue por ello que pude adentrarme lo suficiente como para aislarme del mundo y quedarme flotando al sol, mirando el cielo. Sí, esa era una de las sensaciones que siempre quise tener: mirar el cielo celeste, ver los aviones pasar y sentirte lejos del mundo, en un lugar que nunca pensaste que ibas a estar. Estaba bañándome en el mismísimo Mar Mediterráneo. Nos escapamos a tiempo de una lluvia sorpresiva que debe haber sido divertido de haber encontrado en la playa misma, incluso con truenos.

El día domingo, nuestro último día antes de regresar a Albacete, aprovechamos para ir al Castillo de Santa Bárbara, ubicado en uno de los cerros principales de la ciudad, en plena costa. Desde allí, se podía ver la ciudad en su totalidad: inmensa y magnífica. Con un sol esplendoroso y un mediterráneo azul deslumbrante, se destaca un atrayente e impecable Alicante... lugar que me gustaría volver a recorrer. No se me olvidan lo paseos costeros, el encuentro con vendedores chilenos, la buena comida y todos los buenos momentos al sol.