Viajar a Santiago es algo muy extraño: pasan miles de años en que tengo la ventaja de no viajar, pero luego se vienen temporadas en que debo viajar seguido, como lo ha sido este año; en menos de 2 meses he viajado unas 4 - 5 veces, ya perdí la cuenta. Y como cada viaje es una nueva experiencia, una más se suma a mi historial de viajes en el último tiempo. He aquí la historia del provinciano, residente en Quilpué, que se ha levantado a las 5 de la mañana para tomar el bus a las 6 y partir a la Gran Capital, 'Buscando Visa para un sueño'.
Suena la alarma a las 5 de la mañana y me levanto con cara de sueño... lógicamente, nadie podría despertarse con un rostro reluciente a dicha hora. A las 6 de la mañana me subo al bus que se va a dar una vuelta bastante estúpida por Las Palmas. Dormí casi todo el viaje así que no tengo la más mínima idea si es que aparecieron luces extrañas en el cielo o si algún OVNI se acercó al bus para visitarnos, de todos modos, es muy poco probable que haya sucedido algún fenómeno de ese tipo. Llegué cerca de las 8 a Pajaritos, con un taco enorme y filas para cargar la tarjeta bip!. Extrañamente, el metro de la línea 1 no venía tan lleno como me lo esperaba... pero se llenaría después. 40 minutos de pie hasta llegar a la Estación Los Leones. Camino por 11 de septiembre hasta llegar al edificio... mmm no me acuerdo el nombre. Tuve la suerte de ser el primer número que entregaban y entonces ordené los papeles, completé el formulario (incluso me equivoqué y lo arreglé bien artesanalmente) y entonces me atiende la señora españolísima. Nuevamente reclamo por esos vidrios idiotas que tienen, porque uno no escucha nada y más encima que yo soy medio sordo. Estaba un poco asustado, pero todo salió bien. Se me había olvidado pegar la foto, pero la españolísima, muy amablemente la pegó. Me encantó su acento, insisto. Acabó todo en menos de 30 minutos, cuando me dice que debo venir a buscar el pasaporte cuando ellos me llamen, o sea, en 10 o 20 días más.
Si es cuestión de confesar, agoté todo mi dinero, en mi paseo por Estación Central. Luego me voy a la casa de Pecas. Como no tenía hora para el pasaje, Pecas me dice si qquiero acompañarla al Alto Las Condes y yo le digo que sí, porque no conozco esos lugares tan top. Y fuimos en la tarde, con un calorcito exquisito de no sé cuántos grados, pero sobre los 28º. Pura gente cuica, mujeres pelo lais... parecía otro país. Y uno que es negrito y de pelo oscuro se ve tan extraño entre tanta gente top. Paseando entre tiendas, buscando novedades, regresamos por una de esas autopistas que ya ni recuerdo el nombre. Vi el futuro Costanera Center (aunque no encuentro la costa jaja) y conocí la famosa Torre Santa María, cuyo incendio causara tanto revuelo en los años 80... o 90, no me acuerdo bien... la encontré, más bien, chica comparada con los otros edificios de alrededor. Paseando por no sé cuantos lugares, regresamos para ir a Estación Central a conocer el centro de la perdición misma... del dinero que me quedaba. Recorrimos el sector Meiggs, lleno de tiendas y tienditas en las cuales había de todo, a precios muy módicos y tentadores. Pecas es una gran guía turística de ofertas, aunque, me cuentan por interno, que ahora está insolada y con alergia gracias a ese tour consumista.
Y al final, se suponía que iba a regresar a mi casa antes del mediodía, a almorzar. Un trámite de 20 minutos me tomó todo el día, recorriendo las calles de la Metrópolis... con un calor de 32º y peleando con tanta gente. Después de todo, Santiago ya no me aburre tanto, solo que hay que rebuscar los lugares en donde puedes encontrar diversión... y consumo.
Saludos a Pecas por ser la guía turística de ofertas y por soportarme una vez más.